Recordaba con mi hermana a que
jugábamos cuando éramos muy pequeños, recordamos el nombre de un juego, “Los
Cinco Candilines” pero no recordamos en que consistía. Ella siempre me buscaba
y me decía:
-
Chache, vamos a jugar a “Los Cinco
Candilines”
Era nuestro juego secreto, de
pequeño acostumbraba a inventarme juegos y palabras de las que hoy en día me
sigo acordando, pero no consigo acordarme de este juego, que rabia, me acuerdo
de muchísimos detalles y anécdotas cuando éramos muy pequeños pero no recuerdo
como se jugaba a “Los Cinco Candilines”
Mi hermana y yo hemos sido la
generación que volvió a recuperar la docencia en nuestra familia.
Podemos estar satisfechos pues en
nuestra casa, como en otras muchas, siempre ha costado llegar a fin de mes, eso
hace que valores mucho más el esfuerzo y la superación personal. Pues si algo
tengo claro es que tanto a mí, como a mi hermana, nadie nos ha regalado nada. Ni
tampoco nos hemos labrado un futuro paseando por una tranquila y cómoda llanura. Hemos tenido que escalar
más de alguna montaña.
Que mejor manera de caminar con
la cabeza bien alta sabiendo que hoy en día tienes lo que tienes gracias a tu propio
esfuerzo.
Con el tiempo ambos hicimos
magisterio, primero yo, en Toledo, luego ella, en Madrid. Y tras terminar una
carrera ganada con sudor y becas por estudios, decidimos prepararnos juntos la
oposición.
Era la primera vez que
opositábamos y andábamos bastante perdidos, así que decidimos apuntarnos a una
academia.
Por aquel entonces los dos nos
habíamos metido en un piso, no nos era factible dejar nuestros trabajos para
preparar la oposición. Yo por aquel entonces andaba montando conductos de aire
acondicionado y mi hermana trabajando en una fábrica de montajes de telefonía
móvil.
Después de trabajar como burros
de lunes a viernes, los sábados tocaba madrugar cogernos el coche e irnos a
Madrid. En ocasiones pasábamos el sábado entero y teníamos que comer por algún
bar de la zona. Fueron 8 meses muy duros y agotadores, lo bueno es que nos
teníamos el uno al otro.
En la academia todos nos
comparaban, dos hermanos, los dos profesores y encima los dos tendrán que
competir por una plaza. Nunca me tome la oposición como una competición con mi
hermana, el objetivo era conocer un proceso tan ambiguo y complejo como es
este, aprender y coger experiencia para la siguiente. Hoy en día me sobra la experiencia
y sigo sin comprender el sistema de acceso, aun así nos preparamos al
100%.
El examen escrito lo hicimos
juntos y los dos salimos con muy buenas sensaciones. La defensa de la
Programación fue por separado, a mi hermana le tocó un viernes a última hora y
a mí el lunes siguiente a primera hora.
Nunca olvidaré cuando mi
hermana llegó ese viernes, nada más entrar por la puerta comenzó a llorar,
según ella había sido un desastre, no le había salido nada bien. No era capaz de articular frases
coherentes, sólo esboza palabras sueltas entre lágrimas. La intentamos consolar
lo mejor que pudimos.
El lunes me tocó a mí,
salí muy convencido de mi defensa. Yo salí convencido de lo bien que me había
salido y mi hermana destrozada pensando que lo había hecho fatal.
Al final los dos aprobamos, mi
hermana con un 9,5, yo no pude alcanzarla. Mi hermana consiguió la plaza yo
desde entonces interino para los restos. Me quedé a dos décimas de la plaza, un
poco de experiencia docente o algún curso me hubieran salvado. Pagué la
novatada.
No se si alguna vez le he dicho
lo orgulloso que estoy de ella por conseguir lo que yo no he podido alcanzar.
Todo el mundo hubiese apostado que sería yo quien sacaría mejor nota, que
sacaría la plaza mientras mi hermana se quedaría de interina, la subestimaron.
Yo que soy el mayor, siempre he
ejercido de protector, en ocasiones demasiado, no lo puedo evitar, es mi
hermana pequeña. El hecho de pensar que ella tendría que sobrevivir en el mundo
itinerante que yo sobrevivo…, no podría soportarlo. Yo siempre he sido el fuerte,
o por lo menos es el papel que me ha tocado por ser el mayor. Sin ninguna duda
yo puedo con todo esto y con mucho más, si la historia hubiese sido al revés,
si yo hubiese sacado la plaza aquella vez y mi hermana se quedara de interina y
yo tuviera el poder de cambiar las tornas, sin dudarlo, lo habría hecho.
Hoy en día sigo trabajando como
interino, aprobé las siguientes oposiciones pero sin la nota suficiente para
obtener la plaza, en estas últimas no conseguí pasar el corte, una mala
organización en mi supuesto práctico impidió que pasara a la defensa oral, mea culpa. Parece
que estoy destinado a seguir así. Cada vez es más difícil ser funcionario de
carrera, o más bien nos lo ponen más difícil. Ella tiene su plaza, se ha
convertido en una excelente maestra y en una madre responsable y lo que no
estoy dispuesto a consentir es que nadie la juzgue diciendo que tuvo mucha
suerte, no fue suerte, se lo ganó con su esfuerzo, se lo merece.
Jugábamos juntos de pequeño,
crecimos juntos, opositamos juntos y hemos sido padres juntos. Ojalá mi hija y
su hija jueguen el día mañana juntas con la misma pasión que teníamos el uno
por el otro, jugando a juegos como “Los cinco Candilines”.
Lo mejor de todo, mejor que
tener una plaza fija, mejor que haber sacado más nota en aquellas oposiciones,
lo mejor,
saber que la tengo a
mi lado.
“En las buenas y en las malas siempre serás mi pequeña hermana pero
también la persona con el corazón más grande que existe”