Como me gusta la magia, me
gusta desde que era pequeño y me quedaba embobado delante de la tele viendo los
trucos de Tamariz, Blake, René Lavand…
De pequeño me quedé con ganas
de pedirle a los reyes magos un juego de Magia borras. A lo mejor se lo pido
este año.
Siempre he dicho que los
maestros somos un poco magos, hacemos magia casi todos los días, sólo que muy
pocos afortunados son capaces de vislumbrar nuestra magia.
Fuera sarcasmos, la magia
debería de ser una optativa a estudiar en las escuelas de magisterio, pues la
puedes relacionar con muchos contenidos del currículo. En más de una ocasión me
he preguntado, ¿por qué no propondrán algún curso de magia aplicada a la
enseñanza en la formación permanente del profesorado?, en vez de tanto curso
inútil y absurdo que casi siempre tienen como función darte las horas
necesarias en créditos para los sexenios.
La magia supone un gran
estímulo para la mente y el espíritu. En el caso de los niños, ayuda a
conservar y desarrollar el llamado "pensamiento mágico", la capacidad
de pensar como posibles cosas de las que luego, cuando crezcan y se vuelvan
racionales, incrédulos, escépticos, descreerán. Y eso es muy positivo. Ya
tendrán tiempo de darse de bruces con la razón: mientras puedan vivir en ese
estado de pureza, lo deben disfrutar.
Una prueba de ese pensamiento
mágico de los niños se obtiene al apreciar su reacción ante un determinado
truco y compararla con la de un adulto. El ilusionista toma una moneda con una
mano, sopla sobre ella y la moneda "desaparece". Si un adulto toma esa
moneda después, lo primero que hace es examinarla en detalle para intentar
descubrir la manera en que el otro la escondió. En cambio, si la toma un niño,
lo que hace es repetir el gesto: la toma en su mano y sopla, y se frustra un
poco al descubrir que el milagro no ha ocurrido.
Tengo algunos truquitos
aprendidos que cuando surge el momento adecuado me gusta presentar a mis
alumnos. Por ejemplo el otro día estábamos aprendiendo como manejar los euros
en clase de mates, tenemos monedas de plástico y billetes de juguete, una cosa
llevo a la otra y al final un truco de magia con unas monedas. Mis alumnos
flipando y pidiendo: -profe otra vez,
profe otra vez…, hay que tener cuidado porque si lo repites muchas
veces los niños, que son más listos que un zorro, te cazan el truco y se perdió
el encanto.
La Magia como instrumento
pedagógico posee un gran valor intelectual. Enseñando Magia a los niños
desarrollamos su sentido de la observación y valoración. Disciplinamos su mente
y cuerpo, potenciamos la creatividad e imaginación y resulta una herramienta
excelente para vencer la timidez.
Es escuela de sangre fría y
dominio de sí mismo, acrecienta el sentido del humor y potencia el conocimiento
de la naturaleza humana. Favorece el estudio de idiomas y desarrolla la
habilidad psicomotriz fina y gruesa.
Además, a través de la Magia,
se desarrollan muchas competencias y habilidades físicas y cognitivas entre las
que caben destacar: Psicomotricidad fina y gruesa (para manipular y realizar
las sutiles y precisas técnicas que esconden nuestros secretos mágicos y
moverse acorde a lo que estamos haciendo). La memoria (para retener los pasos a
seguir, realizar los juegos o memorizar la presentación, la charla). El
pensamiento lógico-matemático (muchos principios que rigen nuestra magia son
operaciones y principios matemáticos ). El pensamiento emocional (el mago debe
transmitir diferentes emociones a través de su magia y debe conseguir que los
espectadores sientan esas emociones). Creatividad, imaginación, dramatismo y
teatralidad (el mago inventa la historia que rodea al desarrollo del juego, es
el narrador de historias fascinantes). Relaciones interpersonales: al
comunicarnos con los espectadores de forma activa. Autoestima y seguridad en sí
mismo, ayudando a superar la timidez. Capacidad de concentración. Desarrollo de
la coordinación. Desarrollo del concepto de generosidad y altruismo. Desarrollo
de la expresión oral y más concretamente de la oratoria en público. Desarrollo
del autoconcepto.
En definitiva, la Magia es una
formidable herramienta en manos de un docente.
Por eso el Maestro Ambulante de
vez en cuando le gusta poner en práctica algún que otro truco a sus alumnos. Y
no soy el único docente que se pirra por la magia, para aquellos lectores que
aprecian la buena lectura tan solo tienen que pinchar aquí
y verán a que me refiero.
Ojala algún día, alguien de las
altas esferas del mundo de la educación comprenda que además hacer
programaciones, PGA, Proyectos Educativos, Memorias, indicadores de evaluación,
estadísticas, actas…, detrás y más importante que todo eso…, esta la sonrisa de
niño.
“Todo gran truco de magia consiste en tres actos. El
primero recibe el nombre de La Presentación: el mago muestra algo ordinario,
pero, como es de esperar, probablemente no lo sea, es aquí donde el mago se la
juega con su expresión corporal y oral llevando al espectador al estadio que el
mago quiere. El segundo acto se llama El Giro. El mago hace que ese algo
ordinario realice algo extraordinario. Ahora bien, aunque busques el secreto,
no lo vas a encontrar. Es por esto que hay un tercer acto, llamado El
Prestigio. Esta es la parte de los giros y los cambios inesperados, en la que
la vida pende de un hilo, y ves algo sorprendente que jamás has visto antes”.
Michael Caine, “El Truco final, El Prestigio” Christopher
Nolan 2006