Sólo éramos tres personas
en la clase para una reunión general de padres y madres. En este caso voy como padre, lo que quiere decir que veo
los toros desde el otro lado de la barrera.
Tarde o temprano mi roll
sería sentarme y escuchar como un padre más y no como docente. Y como no pude
asistir a las anteriores, ya que me fue incompatible con mi horario, esta fue la
ocasión.
Conozco a la educadora de
mi hija, es compañera de mi mujer y gracias a ello estoy al corriente de todos
y cada uno de los proyectos, acontecimientos y anécdotas que suceden en el
aula. Aun así es mi obligación como padre asistir y ser informado, pero el principal
motivo era mostrarle mi más sincero agradecimiento por todo lo que ha hecho con
mi hija.
Como padre y como miembro
del sector educativo al que pertenezco se bien de lo que hablo. Conozco muy
bien a mi hija y se hasta que punto su Educadora, Brenda, que así se llama, ha influido en ella. He ido apreciando
una evolución en muchos aspectos, cognitivos, sensoriales, motrices, emocionales
y sociales. Siempre he pensado que mi hija sería una niña bastante
introvertida, pero a lo largo de este curso ha cambiado, se muestra receptiva y
abierta a cualquier ambiente y con cualquier niño o niña que encuentre a su paso.
También veo muchos valores en ella que han sido inculcados, además de formar su
personalidad. Lo que más le agradezco a Brenda, es lo bien que ha sabido
inculcarle el fomento a la lectura.
Comentaba que hasta tres o cuatro veces al día les leía
cuentos, nada más maravilloso para un niño. Nosotros desde casa también se lo
fomentamos, pero es en este año donde sus juguetes preferidos son los cuentos.
Mi hija es feliz si alguien le cuenta un cuento, a todos los sitios siempre
quiere llevarse un cuento.
Todo lo contrario ocurre
en mi trabajo, en donde un niño llega a 1º de primaria y no sabe lo que es un
libro.
La pasión de mi hija por
los cuentos es en gran parte a Brenda, porque ella le ha sabido transmitir con
dulzura y devoción algo tan humano y tan maravilloso como es contar un cuento.
Sentado en esa mini
sillita pequeñita, escuchaba atentamente su discurso, en el cual nos informaba
de su metodología, sus actividades, proyectos, rincones de trabajos, ritmos de
aprendizaje…, algo que es de obligado cumplimiento en estas reuniones.
Después, con su ordenador
nos puso un montaje fotográfico con todas las actividades que habían realizado
a lo largo del curso acompañado de una música muy bien elegida. Un delicado y
tierno montaje realizado por ella misma en el cual había dedicado tiempo,
cariño y dedicación. En ese instante, en es mismo momento, mientras veía a mi
hija en distintas imágenes acompañado por la voz de Louis Armstrong fue cuando
un gran pesar me inundó.
Brenda me estaba
recordando a un joven y entusiasta maestro que empezó hace ya unos años en un
colegio de Fuenlabrada. La humanidad que desprende esta muchacha me hizo recordar
como era aquel maestro. Como quería
cambiar el mundo con sus alumnos, la pasión y entusiasmo que ponía en todo
aquello que hacía, como siendo un idealista creía en lo que hacía.
Me empecé a sentir muy
triste, pues este curso he perdido el rumbo en todo aquello que creía y sentía.
El superhéroe que siempre he creído ser, se ha perdido.
Todo un año trabajando
con Kriptonita, acaba derrumbando hasta el mismísimo Supermán.
Nunca pensé que pudiera
llegar un momento en el que perdiese todo aquello que siempre he defendido y
creído, y más triste aun, perder la ilusión, en definitiva perder mi rumbo.
Nunca me ha gustado
escribir para criticar desde mi blog, este es mi diario y no pienso invertir mi
tiempo en hacer crítica, pero lo de este año, este curso y este centro en el
que estoy…, ni en la peor pesadilla idea por el Joker.
Cuando termino el video,
no pude evitar aplaudir y contagie a las otras dos madres que tenía a mi lado.
Todo un detalle por su
parte. Agradecérselo es poco. Cuando terminó la reunión nos preguntó si
teníamos alguna duda. Ese fue el momento que decidí para agradecerle delante de
todos los que estábamos allí, su labor no solo como docente sino como persona,
pues la humanidad que desprende esta chica la veo reflejada en mi hija. Ser una
buena persona es el mayor tesoro que puede albergar nuestros corazones. Ese reconocimiento es lo
que necesitamos aquellos que trabajamos en este ámbito para poder seguir
adelante con esas ganas e ilusión.
Brenda es una Superhéroe,
ojalá nunca pierda el rumbo, pues hacen
falta muchas Educadoras como ella.
Cuando terminó la
reunión, una madre le preguntó si seguía en Julio, a lo que contesto que tenía
“vacaciones forzosas” yo le pregunté aunque ya lo sabía, si seguiría en
septiembre, contesto que no es algo dependa de ella.
Como aquel maestro que
empezó en el Víctor Jara, también se vio anegado a terminar un curso,
despedirse y nunca más supo, triste vida la de un maestro interino. Gente como
Brenda valen diez mil veces más que aquellos que realizan su vida laboral en un
despacho viendo las horas pasar y que tienen la poca vergüenza de opinar,
escribir y juzgar sobre educación desde sus vistas tan plácidas y tranquilas.
Brenda es como aquel
maestro de Fuenlabrada, alguien que trabaja en el barro día a día buscando
esculpir en ese barro lo más parecido a una obra de arte.
El que trabaja y no se
ensucia las manos poco puede cambiar y menos aun opinar.
Cuando acabe el curso
quisiera volver a hablar con ella, aunque se que mi mujer tiene su teléfono, me
gustaría que con el tiempo pudiese volver a ver a mi hija, pues ha sido su
primera maestra (nada que ver con las de el año pasado) y alguien así no debe
ser olvidado nunca, ha de estar presente en la memoria de mi hija con el paso
del tiempo.
Antes de que acabe el
curso también subiré al despacho y ensalzaré su trabajo delante de sus jefas,
que sepan de mi boca, la boca de alguien
que trabaja en este sector, lo buena que es esa Educadora y el
grave error que sería no contar con sus servicios el año que viene.
El próximo curso mi hija
comienza el colegio, colegio en el que su padre, “El Maestro Ambulante” paso
por allí, espero que mientras pase por este centro algún día llegue a sus oídos
algo sobre su padre. Buenos recuerdos tengo del que será su colegio, allí la
esperan compañeros míos de los cuales se que harán un gran trabajo en el aula.
Sentado en el rellano de
la escuela de mi hija y esperando a que mi hermana bajase de la reunión con la
tutora de su hija, volví acordarme de ese maestro del Víctor Jara, que a su vez
también pasó por el Lencero y a su vez por el Felipe IV y a su vez…, caí en la
cuenta de que si algo me ha enseñado Brenda, es como encontrar el rumbo y
entender la vida como una caída…,
y porque nos caemos…,
para aprender a levantarnos
Pues eso, a levantarse.