“El bueno de Antonio”, así lo
llamaba mi profesor en la universidad. Casi todos los años tiro de recurso y
“El bueno de Antonio” me ayuda en mis clases de lengua, intentando transmitir a
mis alumnos la misma devoción que yo siento por este poeta.
Este año con los chicos de
tercero hemos trabajado mucho con Antonio, pero si hay algo que les ha gustado
ha sido su poema a las moscas. Lo utilicé como un recurso más para trabajar la
poesía, pero esta vez desde la aportación de Joan Manuel Serrat y aunque no es
un cantante fruto de mi devoción, tengo que reconocer que su versión de las
Moscas de Machado es pegadiza y divertida.
A los chicos les gustó mucho y
aunque lo vimos en el primer trimestre aun se siguen acordando y me piden casi
todos los viernes a última hora que les ponga la canción. Se la saben de
memoria y cantan con toda devoción antes de que suene el timbre para irnos a casa.
Así me dijo un compañero el otro día, que todos los viernes
pasa al lado de mi clase con su grupo de plástica, ¿por qué siempre a última
hora están cantando los de 3º B?. Yo le corregí y le dije que además de cantar recitan
a Machado con la ayuda de Serrat.
Para los que no la conocen,
aquí la dejo, y también les animo a que la canten algún día al ritmo de Serrat.
LAS MOSCAS
Antonio Machado
Vosotras, las
familiares,
Inevitables golosas,
vosotras moscas
vulgares,
me evocáis todas las
cosas.
¡Oh viejas moscas
voraces
Como abejas en abril,
viejas moscas
pertinaces
sobre mi calva
infantil!
¡Moscas del primer
hastío
en el salón familiar
las claras tardes de
estío
en que yo empecé a
soñar!
Y en la aborrecida
escuela,
raudas moscas
divertidas
perseguidas
por amor de lo que
vuela,
-que todo es volar-,
sonoras
rebotando en los
cristales
en los días otoñales…
Moscas de todas las
horas,
De infancia y
adolescencia,
De mi juventud dorada;
De esta segunda
inocencia,
Que da en no creer
nada,
De siempre… Moscas
vulgares,
Que de puro familiares
No tendréis digno
cantor:
Yo sé que os habéis
posado
Sobre el juguete
encantado,
Sobre el librote
cerrado,
Sobre la carta de amor
Sobre los párpados
yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
Que ni labráis como
abejas,
Ni brilláis cual
mariposas:
Pequeñitas revoltosas,
Vosotras, amigas
viejas,
Me evocáis todas las cosas.
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