Otra vez toca trabajar a contrareloj. Tengo tan solo
4 días antes de volver a Albacete.
Desde que termine el 1º examen y aun teniendo en
cuenta mi pesimismo, decidí volcarme en cuerpo y alma a terminar la
Programación y las Unidades Didácticas. Ahora solo me quedan 4 días. Estando
sólo en mi casa y con los ordenadores delante trabajando de 8 a 20:00. Bueno,
sólo no, tenía la compañía de Hans Zimmer y la banda sonora de “El Hombre de
Acero”.
Aun no sé porque me dio por ponerme su música de
fondo mientras terminaba las Unidades, pero sus sinfonías han sido una agradable
compañía en esos fatídicos días, el caso es que ahora sus composiciones forman
parte de nuestras vidas, pues mi hija y yo nos dedicamos cuando vamos en el
coche los dos solos, a escuchar su música e interpretarla, cuando tocan los
violines, cuando entran las trompetas y tubas, cuando rompen los tambores... Es
curiosa la simbiosis que tenemos los dos y lo bien que nos lo pasamos
escuchando cualquier tipo de música juntos,
y para tener sólo 4 años es capaz de saber nombres de canciones,
compositores y reconocerlas en el momento que las escucha sea el lugar que sea.
De nuevo, con la compañía de Hans Zimmer y “El
Hombre de Acero” en el coche, salgo rumbo para Albacete un domingo después de
comer, intentando concentrarme mientras conduzco sobre mi exposición del día
siguiente. Cuando llego a mi destino me encuentro con Noemí, una amiga de mi
hermana Elena que también ha pasado a la “Q3”. Ella y su marido se extrañan porque viajo
sólo. Les explico mi particular forma de enfrentarme a esta tortura. Siempre he
preferido enfrentarme sólo ante estas situaciones y en esta ocasión no iba a
ser distinto (muy a pesar de mi hermana Elena y de mi mujer)
Tras descargar y asentarme, decido darme un paseo
por Albacete. Ceno pronto decido irme al hotel y acostarme temprano.
A la mañana siguiente llego pronto a la Universidad
Laboral, hago tiempo en el coche y diez minutos antes del llamamiento espero
pacientemente frente a la puerta de mi tribunal. Allí esperamos todos los que
ese día exponemos, algunos acompañados de sus padres, otros de sus parejas y otro solos, así lo prefiero.
En esta ocasión soy el penúltimo en exponer y me
relaja muchísimo saber que no me toca por la tarde como hace dos años. Mientras
repaso en un aula que nos habilitan, solo hago recordarme que a las 15:00 este
infierno se ha acabado. Comienzan los nervios y para relajarme no hay mucho que
pueda hacer, solo recordar a mi hija riendo y rememorando aquellos momentos
especiales que tanto nos gusta recordar a los dos, es lo único con lo que
consigo distraer los nervios.
Se acerca el momento, toca el sorteo de las
unidades, tampoco me importa las que salgan pues llevo las 12 preparadas y son
bastante similares, así que tomo aire respiro profundo y cruzo el umbral de esa
puerta que nunca podré olvidar. Tras
cerrarse la puerta comienza mi “Última
Cruzada”. Pero mi exposición lo dejo para otra historia…
Es lunes 25
de julio, volvemos de pasar un fin de semana en Asturias, paro a echar gasolina
tras pasar el puerto y veo un wasp en la pantalla de mi teléfono, era Sonia,
una compañera y madre de una amiga de mi hija. Lo había conseguido, por fin
después de tantos años de tantas ilusiones, desilusiones, alegrías, fracasos
esperanzas y como no, tantos sueños, lo había conseguido. Cuantas veces me
había imaginado este momento, cuantas veces conduciendo al volver de centros en
los que me ha tocado hacerme kilometradas diarias y tan solo tenía la compañía
de mis sueños, había imaginado este momento. Cuantas veces me había emocionado
pensando en este momento. Todavía era recio a creérmelo, pero de todas las
formas que lo había imaginado, pensado y soñado nunca lo habría imaginado así.
Nos dimos un abrazo, los tres, mi mujer mi hija y yo, al grito de “abrazo
familiar” una tontería que solemos hacer los tres muy de vez en cuando, nos
quedamos abrazados y gritando como tres locos en medio de una gasolinera
perdida en la carretera de la Coruña.
Ahora sí me lo creo, comienzo mi curso de nuevo en
el colegio de mi hija y hay que ver lo diferente que se ven las cosas a partir
de ese momento, el momento que lo cambió todo, el momento que hizo posible
conseguir lo que siempre había soñado.
Por fin, siendo fiel a mis principios, trabajando en
aquello en lo que creo y demostrando que la perseverancia y la paciencia al
final tienen recompensa, El Maestro Ambulante puede que con el tiempo deje ser
nómada y pase a ser sedentario. Aun así esta es sin duda la entrada que más me
ha costado escribir, quizás debido a la emoción que ello entraña. Por ello solo
me queda dar las gracias.
Dar las gracias a todas aquellas personas que
siempre han creído en mí. Mis padres (sobre todo a mi padre, sin su ayuda con el
mural-avatar de Iron Man que utilicé en mi exposición fue clave para la
victoria) a muchos de mis compañeros, antiguos compañeros de otros coles, amigos, familia (en
espacial a mi mujer y a mi hermana Elena, pues sin ellas, sin su apoyo nunca lo
habría conseguido. Me dijeron lo que necesitaba oír, me apoyaron cuando había
que apoyarme y cuando no también y sobretodo, me levantaron cuando estaba
tumbado en la lona) pero a quien siempre se lo deberé, a la persona a
la que le dedico no solo este humilde blog, sino el triunfo de este paso en mi
vida es a ti, es a mi hija, Ariadna. Sin ti hija jamás lo hubiese conseguido,
desde que naciste has sido la ilusión de mi vida, la luz que me guía y me
ilumina, mi conciencia, mi memoria, mi ángel de la guarda, mi vida. Gracias por
hacerme tan feliz, por completarme cada día, por los momentos que vivimos, que seguiremos viviendo y compartiendo, tarareando juntos en el coche la
banda sonora del Hombre de Acero, y por qué no, recordando que una vez tu padre hizo todo
este sacrificio por el bien nuestro, por nuestra familia, por ti hija mía. Porque
con la simple evocación de tu recuerdo ha sido el mejor arma con el que he
podido combatir la Kryptonita de los momentos más duros.
Ojalá el día de mañana puedas entender lo que tu
padre escribía en estas líneas y recuerdes con orgullo como esta aventura
formará parte, una pequeña parte, de la historia de nuestra familia. Con los
años te tocará a ti continuar con esta historia, que Dios me de salud para
poder vivirla. De momento seguiremos compartiendo nuestros momentos, esos momentos
tan especiales que solos tú y yo sabemos disfrutar, ese placer por los pequeños
detalles que hacen que nuestra relación sea y siga siendo tan especial.
Seguiré protegiéndote de los monstruos que viven debajo de la cama
Peinándote por las mañana antes de irnos juntos al
cole (hago lo que puedo hija...)
Haciéndome pequeño por ti
Buscando tiempo para hacerte caso
Volviendo a ser un niño junto a ti
Cuidándote cuando te pones malita
Y aunque a veces nos cuesta separarnos
Siempre estaremos juntos
Con todo mi amor, a mi hija Ariadna y su eterna sonrisa.
¡ Felicidades amigo ! No te imaginas lo que me alegra que hayas aprobado. Yo supe que eras MÁESTRO desde que cruzamos la primera palabra. Espero que ésto repercuta en tu estabilidad laboral.
ResponderEliminarAbrazos del hombre sin miedo.
Hola profe Fernando soy Ismael tu antiguo alumno 👋 esperó que puedas leer mi mensaje
ResponderEliminarHola Ismael, cuánto me alegra saber de ti. Estoy bien, estoy en casa trabajando en la distancia y cumpliendo las medidas de sanidad que nos indican. Espero estéis bien tanto tú como tu abuela. Cuida de ella Ismael, ahora eres tú quien debes cuidar de que no se ponga enferma y para ello extrema las medidas. Dale un abrazo muy fuerte de mi parte y otro para ti. Te recuerda con cariño tu antiguo maestro. 😉
EliminarQuería saber qué tal estás desde la última vez que nos vimos.
ResponderEliminar🙋
ResponderEliminarBuenos días profe, qué alegría que me hayas contestado. Nosotros estamos bien muchas gracias. Nosotros también estamos tomando precauciones metiditos en casa en cuarentena. Ojalá todo esto se pase pronto así algún día nos podremos ver. Mi abuela también se ha alegrado mucho de saber de ti y te manda un abrazo, cuídate mucho tú y tu familia. Besos y abrazos de mi parte. 👋
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