Me gustan
los viernes, víspera del fin de semana que tanto ansía uno cuando llevas toda
la semana trabajando como un burro. Decidimos que este día es el indicado para
irnos a tomar un café después de comer, en nuestra hora libre, hora libre que
por cierto, la pasamos trabajando de lunes a jueves en el centro porque siempre
hay cosas que hacer o niños que cuidar o
llamadas que contestar o padres con los que hablar o programaciones que
terminar o ejercicios que corregir…, ¡qué bien vivimos los profesores…!
El
viernes de 14:00 a 15:00 es para nosotros, comemos y después de comer salimos a
tomar un café. Es el mero hecho de salir fuera del centro lo que nos
reconforta, por un momento salimos de esta cárcel para tomar oxígeno limpio.
Durante un rato evitamos hablar de los muchos problemas que tenemos en el
trabajo e intentamos hablar de nosotros.
En la
mayoría de coles por los que he pasado los viernes procedemos con esta misma
religiosidad. En ocasiones solemos salir a comer fuera, por la misma razón,
tomar oxígeno limpio. Así la tarde del viernes la afrontas con más ánimo.
Este año con la mierda de sueldo que nos
pagan, destinar un viernes a comer fuera no entra dentro del presupuesto, así
que, comida de táper y café en el bar. Allí pasamos un buen rato, nos reímos, intercambiamos
batallitas y luego nos peleamos como niños pequeños por pagar.
Esta es
la rutina de este curso, otros años uno sale a comer fuera, como en “El
lencero” o en el “Víctor Jara”. Buenos ratos y risotadas recuerdo de esos
viernes.
Recuerdo
que cuando se me acabó la sustitución en “El Lencero”, me mandaron a un colegio
en el barrio de Loranca (Fuenlabrada). Pasé de estar en un colegio de línea
“uno” a un colegio de línea “tres y cuatro”, lo que quiere decir, un claustro
de 38 profesores. Estuve desde finales de abril hasta mediados de junio y hubo
profesores a los que no llegué a conocer. Pasé de un colegio familiar, acogedor
en el que además de compañeros éramos amigos, a un centro grande y distante en el que cada ciclo
libraba una guerra por su cuenta. Había muchos profesores, que todo sea idílico,
es complicado teniendo en cuenta la diversidad.
De
repente llega el nuevo, me toca una tutoría de 3º, un grupo de alumnos con muy
buen nivel académico, pero con bastante falta de educación. A medida que fui
conociendo a los papas y mamas…, lógico, de tal palo…
Me
encontré con una situación embarazosa cuando llegó mi primer viernes, ¿con quién
me fui a comer?...,
pues con mi ciclo, era la solución más lógica. Resultaba
interesante observar como cada grupo come en un bar distinto como si no se
conociesen. ¡Qué tensión!
Durante
esos dos meses batí mi record en sustituciones, cuando en el colegio algún
compañero se pone enfermo solemos sustituirle los demás en nuestras horas de
apoyo, coordinación etc. Como la compañera que sustituía era la coordinadora de
biblioteca tenía 3 horas a la
semana para biblioteca más dos horas de
refuerzo en matemáticas para 4º.
Durante
dos meses sustituí 17 veces. Recuerdo que te daban un papelito muy divertido en
el que te indicaban la clase y horas para sustituir. Menos en infantil, creo que
sustituí en todos los cursos.
Me gustó
el colegio porque tenían un buen plan de actividades, muchas de estas
actividades las he exportado a otros centros, es importante tomar las buenas ideas
y aplicarlas en el futuro. Tenían una gran variedad de aulas dotadas con
todo tipo de recursos, es normal un colegio de esa envergadura debe de tener
una buena subvención.
Cuando
llegué al centro pedí a dirección un boli rojo para corregir, mi sorpresa fue
cuando me lo denegaron, la explicación fue que el material se entrega a
principio de curso y no se reparte más, pues si tienen que dar bolígrafos a
cada profesor que sustituye no ganaría para bolígrafos. Más tarde mis
compañeros me confirmaron lo roñosos que son en un centro el cual tiene más
dinero que pesa. ¡Un boli!, ¡un maldito boli rojo!.
El
bolígrafo lo puse de mi bolsillo.
En
Alcorcón, en otro colegio recuerdo que también había dos grupos muy
diferenciados. Y llega el nuevo, ¿qué haces?, intentar estar con ambos. Un día
tomas el café con unos, al viernes siguiente tomas el café con los otros. Creo
que soy una persona prudente la cual intenta no meterse donde no le llaman, por eso tanto con unos como con
otros mi convivencia fue buena.
Es
normal, como en cualquier trabajo. No por ser profesores la socialización y la
empatía en el trabajo iba a ser distinta. La cuestión es lo difícil que resulta
adaptarte a un colegio nuevo, cada vez que te mandan a un colegio es empezar un
trabajo nuevo, es volver a comenzar de cero y cuando ya estás integrado resulta
que se acaba la sustitución, toca empezar en otro colegio.
Quizás
esos viernes de respiro hacen la
convivencia entre compañeros más placentera, por eso los profesores, los
viernes, comemos o tomamos café juntos. En muchos centros hay grupos, normal,
también he trabajado en otros oficios y por ejemplo los que trabajamos en
almacén no nos mezclábamos con los de las oficinas a la hora de tomar café o de
fumar un cigarro.
Me gusta
conocer gente nueva, los viernes es cuando realmente conoces a tus compañeras y
compañeros.
Por
cierto ya son las 14.05 del viernes, toca comer y tomar café. Por fin es
viernes.
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