Llevaban desde de que comenzó
el curso dándome el tostón:
Profe ¿Podríamos hacer un Taller de Resolución de Problemas como el que hicimos en 3º?. Así un día y
otro y otro…, que pandilla de pesados…
Siempre me ha gustado innovar
en mis clases, hará casi 4 años me inventé un “Taller de Resolución de
Problemas” muy particular. Lo he utilizado en varios centros y aunque es muy
lúdico (más bien constructivista) motiva y divierte muchísimo a los chicos.
Este año, aquellos alumnos de
tercero que estrenaron el Taller, hoy están a punto de promocionar al
instituto. Toda mi obsesión era mejorar la resolución de problemas y dejando
atrás teorías constructivistas, a las que cada vez tengo más manía, me centré
en la realización de estos con otro enfoque más tradicional.
Se tenían que enfrentar a la
CDI, van a pasar al instituto, alcanzar y conseguir uno de los objetivos
generales de la educación primaria, el objetivo “g”…, cuanta presión. Yo soy el
profesor de matemáticas y el responsable de esos resultados.
Aposté por un enfoque más
clásico y tradicional, pero el que mejor
funciona.
A los chavales les aburre, les
desmotiva y no les gusta, pero es el que mejor funciona.
Al final del curso decidí repetir el taller de resolución
constructivista y funcionó muy bien, mejor de lo que yo esperaba, es más, antes
de terminar el curso puede que lo vuelva a repetir. En ambos enfoques los
alumnos aprenden, la diferencia es que en uno disfrutan mientras que el otro es
una imposición y obligación. Uno va enfocado a su aprendizaje personal y el
otro cumple una función, que los alumnos sean capaces de resolver una subjetiva
prueba CDI que no sirva nada más que para desprestigiar la escuela pública. Sigo pensando que esta prueba, es el centro
quien debería prepararla y no un grupo de pedagogos de despacho que no han
pisado un aula en su vida y no tienen ni pajolera idea de lo que se enseña, se
pelea y se sufre en las trincheras(en las aulas). Anteponer la motivación de
mis alumnos por desempeñar un papel notable en dicha prueba es trabajar en
contra de mis principios, pero hay que cumplir con la voluntad de la “Estrella
de la Muerte”.
Si algo he aprendido este año, es que ambos enfoques se podrían haber
trabajado. Tanto me he centrado y obsesionado con que los chavales promocionen
“con excelencia” que olvidé unos de mis pilares básicos.
"¿Me estaré contagiando de la Ley Wert?" ¡Qué Horror!
"¿Me estaré contagiando de la Ley Wert?" ¡Qué Horror!
Trabajar con una espada de
Damocles apuntándote directamente no ayuda a los profesores ni tampoco a la
escuela.
Jugarse a una carta los
conocimientos adquiridos a lo largo de una etapa no es justo para los chavales.
Parece como si no se confiase en los profesores, como si tuvieran la necesidad
de demostrar que los alumnos no aprenden y que los profesores no sabemos
enseñar.
Me alegró saber que los chicos
se seguían acordando del taller que una vez realizaron en 3º, me alegré aun más cuando descubrí que
a largo plazo se obtienen resultados. Si de algo estoy convencido, es que creo ciegamente en lo que hago y estoy
seguro que aportó más a su formación un enfoque que otro.
En breve tengo que opositar,
todos los años cae algún supuesto práctico en el que hay que desarrollar algún
método de resolución de problemas. Si el tribunal que me toque es
“constructivista” puede que le guste el primer taller, si por el contrario es
“Clasista” sin duda el otro.
Espero que el día del
examen la clarividencia esté de mi parte.
Yo por suerte soy una de esas niñas que pudo estrenar tu taller y al igual que tu por distinto motivo termino mí etapa en este, te deseo muchísima suerte en tu vida y espero que sigas publicando para seguir aprendiendo con tus artículos aunque no te haga comentarios los leo todos.
ResponderEliminarUna antigua alumna que te recordara toda su vida gracias por todo
Como me acuerdo yo de el taller... suerte en el colegio que pases que seguro que veran lo buen profesor que eres gracias a ti hemos aprendido muchas cosas... yo simpre guardaré los recuerdos, las anecdotas y por supuesto el taller.
ResponderEliminarUn saludo de un antiguo alumno.
Juan