Hace tiempo que no escribía en
mi blog, ya tenía ganas.
Me gusta comenzar a escribir
entradas cuando comienzo el curso, es como si se me despertara el apetito por
escribir, por tener prisa en contar mis nuevos desafíos y recordar mis experiencias
pasadas.
Muchos cambios han ocurrido en
mi vida docente y personal desde la última vez que escribí. Después de un final
de curso caótico y mezclado con dos duras oposiciones en distintas comunidades,
el destino ha querido que comience una nueva aventura en otra comunidad.
Mi divorcio con la comunidad de Madrid ha sido “la crónica de una muerte anunciada”, algún día dedicaré una
entrada al sistema de oposición madrileño. Nos exigen tener una base de
datos absurda y permanente en nuestros cerebros para poder aprobar unas
oposiciones, lo que ellos consideran “excelencia docente”, tengo curiosidad por
saber como se las apaña esa “excelencia docente” en mi puesto de trabajo de
estos dos últimos años.
La consejera de la comunidad de
Madrid y sus secuaces, los mismos que deciden cambiar por completo el sistema
de acceso al profesorado, se dedican viajar a Buenos Aires, acompañando a los
lideres de la manada, a gastos pagados, con parte de mi nómina y recortes
salariales de varios años para luego tener que aguantar: “relaxing cup of café con leche.”
Como el 75% del profesorado
interino me he visto abnegado al destierro con una patada en el culo, así le
echan a uno por la puerta de atrás después de casi 7 años de servicio, 6 cursos
en los que he dado todo como docente y como persona por sacar adelante a los
distintos grupos que han pasado por mis manos. Con la cabeza bien alta y
sabiendo que mi trabajo no quedará en el olvido, el imperativismo de Lucia
Figar y sus camaradas hacen que el “Maestro Ambulante” continúe su cruzada por
la Tierra de Don Quijote, la tierra que me forjó como Maestro y a la que un día
tenía que volver…,el hijo pródigo vuelve.
No pensé que empezase a
trabajar a primeros de septiembre, mi asombro fue comprobar que el día del cumpleaños
de mi hija, Ariadna, fui nombrado para empezar en el colegio que tengo al lado
de mi casa, a tiempo parcial sí, pero al lado de mi casa y para todo el curso.
Durante un año se acabaron los viajes kilométricos, los atascos, comer en
comedores, guardar patio todos los días…, bueno algún día la suerte me tenía
que sonreír.
Creo que el esfuerzo y la nota
sacada en Albacete tuvieron recompensa, lastima ese despiste en mi
programación, que hubiera pasado sin ese despiste, ¿la plaza quizás?…, nunca se
sabe. Lo que está claro es que me volveré a ver las caras con esta comunidad y
ya veremos lo que pasa en igualdad de condiciones.
Siempre he dicho que en esta
profesión hay que evitar trabajar tan cerca de tu casa, cualquier problema en
el colegio al final se traslada a tu vida diaria quedando condicionada en
muchos aspectos. Se de un compañero en Fuenlabrada que trabajaba al lado de su casa y al final tuvo que pedir traslado.
Aun así es cuestión de saber
esquivar los problemas, aunque en ocasiones son estos lo que te persiguen sin
cesar. Bueno, al menos no tengo que dar clase al hijo/a de ningún vecinito.
Después de dos años seguidos en
una escuela unitaria con cinco compañeros/as, pocos alumnos/as, distintas
edades en una misma aula…, toca un cambio de 360º, un colegio de línea 3 con ratios
numerosas por aula en el que todavía no he llegado a conocer a toda la
plantilla del centro. Ya me había olvidado de lo que era trabajar en estos
centros. Un centro que está bastante masificado, no tiene ni tres años y no
cogemos en las aulas, siempre lo he
dicho, podían haber hecho un colegio mucho más grande, les hubiese costado
prácticamente lo mismo. El golpe de alumnado que tenemos ahora mismo sobrepasa
el 100%, se han tenido que habilitar almacenes y comedores transformándolos en aulas,
mínimo tendrían que haber hecho un centro con capacidad de sostener una
Primaria en línea 4, pues NO, hasta incluso el patio de recreo se les ha
quedado pequeño, es gracioso el ver una
superpoblación infantil intentando no chocarse los unos con los otros
porque casi no tiene ni espacio para correr.
Aun así es emocionante trabajar
en el colegio que el día de mañana mi hija empezará su ciclo educativo, me
pregunto si le tocará alguno de mis nuevos compañeros. Por lo menos que sepa
que su padre un año trabajó en el mismo colegio en el que ella estudiará,
haciendo todo lo posible por ayudar a sus alumnos, cambiando el mundo a través
de ellos, el mundo visto por los ojos de su padre, “El Maestro Ambulante”.
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