1ª Parte:
Nunca he podido examinarme en
Castilla la Mancha, siempre coincidía con Madrid, en día y hora. Cuando esta
última vez vi que el examen era en Albacete…, la primera sensación fue: otro
año más que me quedo sin probar suerte aquí, estuve a punto de no presentar la solicitud…,
menos mal que no fue así.
Sonó el despertador a las 4:30
de la madrugada, creo recordar que la última vez que miré la hora serían las
doce de la noche. Aun así, los nervios y la tensión hacen que te levantes sin
sueño, en un estado de alerta felina.
Cuando te montas en el coche y
empiezas a conducir a esas horas, te das cuenta de que hay más coches en la
carretera de lo que uno se imagina a esas horas, o por lo menos fue a sí hasta que enlacé
con la autovía de peaje. A partir de aquí, no recuerdo encontrarme más coches
hasta pasados unos cuantos kilómetros.
Días atrás, intente buscar
alojamiento en Albacete, al no encontrar nada de mi agrado decidí arriesgarme y
salir el mismo día del examen en coche (una autentica locura).
En mi cabeza, todavía reciente,
la fiesta de fin de curso de mi último colegio, una despedida un tanto
agridulce, después de tres años habiendo vivido demasiadas experiencias en este
colegio.
Durante el viaje iba escuchando
un cd el cual había grabado anteriormente y en donde se escuchaba mi voz
hablando y resumiendo el temario. A 100 km de Albacete decidí que ya era
suficiente, puse la radio para distraerme. Al poco escuchaba las noticias
diciendo que ese día comenzaban las pruebas de acceso a maestros en Castilla la
Mancha.
No me costó mucho encontrar el
instituto donde me examinaba, no me hizo falta el GPS, solo tuve que seguir el
reguero de coches a la entrada de la ciudad.
Cuando llegué desayuné en mi
coche, un batido y un bollo, no me entraba nada más.
Después comencé con mi ritual, el
que siempre hago ante pruebas como esta, lo llevo poniendo en práctica desde
que iba a la universidad.
Muchos necesitan relajarse con
música clásica o hablando con la gente y poniéndola aun más nerviosa.
Yo, necesito escuchar MI MÚSICA,
sólo con MI MÚSICA. Al contrario que el resto, yo necesito música que me
active, que me encienda, que me ponga a mil por hora, música que me haga sentir
como un boxeador cuando sale al Ring, como un formula 1 antes de que se enciendan las luces verdes.
Lo necesito, tengo que salir a por todas. Para estos casos, siempre me
acompañan el “ Fuckin’ in the Bushes
“ de los OASIS, después es el turno del
“Climbatice” de los PRODIDY y por último termino con el “Lonely boy” de THE
BLACK KEYS.
Ahora sí, es el turno de salir
del coche y entrar en el instituto. De camino eres asaltado por varias
academias las cuales te entregan bolígrafos y propaganda. Al llegar al hall lo primero es buscar la lista de mi
tribunal y comprobar que existo. Una vez ves que todo está en orden toca
esperar, esperar y esperar. Esperar en un pasillo el cual se va llenando cada
vez más de opositores, hasta llegar un punto en el que las “sardinas enlatadas”
tienen más espacio que cualquiera de los que estamos allí. Entre los asistentes
alguna que otra cara conocida, quizás alguien que estudió magisterio conmigo.
Cada uno palia sus nervios a su
manera, desde el que no hace otra cosa que estar nervioso y poner más nervioso
al que tiene al lado, a los que prefieren el cachondeo y las risotadas
intentando esconder un acojone de los pies a la cabeza, hay gente que viene
acompañada por su pareja o familia sintiéndose más protegidos, otros no paran
de repasar por última vez los apuntes. Y luego estoy yo, “el lobo solitario”,
soy de los que prefiero quedarme quieto contra una pared, sólo y observar el
panorama, mis nervios me los guardo para dentro e intento volver a recitar en
mi cabeza las melodías de los BLACK KEYS o los OASIS.
Llegado un momento se abre el
acceso a las aulas y todos a la vez como una estampida en el Serengueti nos dirigimos a los pisos y aulas
correspondientes. Ahí toca seguir esperando. Sale el presidente del tribunal y
comienza a llamar por orden alfabético. Yo observo detenidamente al presidente
y al resto de vocales intentando sacar una conclusión rápida sobre sus
personalidades. Ver como visten, se comportan, hablan y actúan dice mucho de
una persona, es vital conocer como pueden ser las personas que te van a
examinar.
Mis sensaciones son buenas.
Una vez que te llaman, entregas
la programación y te sientas donde te indican. Es ahí, en ese momento, cuando
yo me pongo nervioso de verdad, esa espera se me hace interminable, el tiempo
que pasas desde que te sientas hasta que se realiza el sorteo del temario es
una autentica tortura para mi sistema nervioso. Comienza el hormigueo en el
estómago, sudor de manos y tembleque de piernas, haciendo evidente mi estado
fatídico. El calor comienza a ser insoportable, no son ni las 9:30 y ya debe de
haber más de 30º, es lo que tiene Albacete. Consigo calmarme pensando en mi hija,
Ariadna, recordándola reír, recordando como se dormía cuando era un bebe sobre
mi hombro, notando su respiración en mi cuello. Sin duda alguna, pensar en mi
hija, ha sido mi mejor apoyo en estas oposiciones.
Algunos opositores intentan
hacerse el gracioso o caerles simpático al tribunal durante esta espera, como
si eso les fuera a servir de algo, ilusos.
Yo prefiero pasar desapercibido, mientras menos llame la atención, mejor.
De pronto se corre la voz por
los pasillos, ya se han sorteado los temas, el presidente nos dice los números
y comienza a escribir los enunciados en la pizarra. En ese momento tengo que
tomar una decisión, y es una decisión muy importante, elegir el tema que creo saber
desarrollar mejor. No tarde mucho en decantarme. Dan el pistoletazo de salida,
por delante tengo dos horas en las que tengo que escribir lo mejor posible y
sin faltas de ortografía, escribir lo mejor que pueda sobre el tema que he
elegido. Comienza una fatídica contrareloj en la que el tiempo y las prisas
pueden hacerte cometer errores en la estructuración del ejercicio. Dos horas
que se pasan volando, en esta ocasión voy con el tiempo muy justo y con la
incógnita de saber si habré sido capaz de relacionar bien el tema a nivel
autonómico. Tan solo tengo 5 minutos para repasar todo lo escrito y corregir
tildes y alguna que otra falta producida por las prisas. Se acaba el tiempo y
entrego 7 folios.
Tenemos 10 minutos de descanso
hasta la siguiente prueba y volvemos a los pasillos. Todo el mundo hablando de
lo que ha puesto, el tema que ha elegido…, yo prefiero aislarme en una esquina,
saborear un caramelo de limón para contrarrestar una bajada brutal de
azúcar por culpa de los nervios y
concentrarme para el siguiente ejercicio. Repaso rápidamente la legislación
autonómica, entro de nuevo al aula, al llegar ya tenemos el sobre con el
ejercicio encima de la mesa. Los nervios son prácticamente nulos (los he
gastado en el ejercicio anterior, ya no me quedan). Veo los supuestos
prácticos, me relajo, se hacerlos, me planifico mi estrategia y a continuación nos
dan la salida, “luces verdes”, comienza otra nueva contra-reloj.
Cuando termino, casi de los
últimos, y entrego mi ejercicio me voy con una buena sensación, para mí, la
batalla la he ganado, ahora habrá que esperar si eso es suficiente.
Salgo del instituto, empapado
en sudor, justo al salir por la puerta del centro una bofetada de calor casi me
tumba igual que puñetazo de HULK. Miro el reloj, son las 16:00. Vuelvo tranquilo a mi coche y antes de subir doy el último
trago de agua calentorra de mi botella, veo el termómetro, 38º. Me quedan 3
horas de viaje hasta llegar a casa. De camino paro en una gasolinera, un
refresco energético y un sándwich de mala muerte serán mi comida y mi acompañamiento
de vuelta a casa. Bueno, también mi música, ahora prefiero relajarme y decido
escuchar un cd que el día anterior me regalo la mujer de mi compañero, Jaime
Cullum, es bueno este tío, muy bueno, pero el cansancio y el sueño empiezan a
mermar mi conducción. Además no puedo dejar de pensar en lo que tenía que haber
puesto y no puse. Cambio el tercio, THE BLACK KEYS, PLACEBO y una carpeta con
recopilación musical de los sesenta me acompañan en los últimos 150 km. En mi
cabeza, solo pienso en llegar a casa y abrazar a mi hija, decirle que pase lo
que pase, se sienta orgullosa de su padre, pues lo ha dado todo. De esta loca cruzada en la que me he embarcado algo
bueno tiene que salir, estoy seguro.
Cada opositor vivirá su
“Cruzada” desde su punto de vista por supuesto, este es el mío, por eso lo
escribo.
Dos semanas después salen los
resultados, una criba considerable en todas las especialidades, pero entre los
que han pasado el corte estoy yo, una vez más lo vuelvo a conseguir, vuelvo a
demostrarlo. El esfuerzo ha sido titánico y ha merecido la pena. Como dicen en
fórmula 1 estoy en la “Q 2”. Toca el
segundo asalto, pero eso es otra historia…
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