martes, 27 de noviembre de 2012

"El Lencero"

El otro día me dirigía a comprar unas entradas para ir al teatro, como es costumbre en mí, me equivoque de desvío por ir pensando en la infinidad de cosas que pienso cuando voy conduciendo. Para dar la vuelta y tomar la M-50, tuve que girar en Móstoles. Hacía mucho tiempo que no pasaba por allí. Tome la salida que hace unos años, día tras día, tomaba para ir a un colegio en el que estuve. Con lo sentimental y melancólico que soy, comencé a esbozar muchos recuerdos de mi paso por el colegio Luís Álvarez Lencero. Lo que provocó que volviera a saltarme la salida de la M-50…,mereció la pena, más recuerdos volvieron a mi cabeza.

Nunca olvidaré mi paso por este colegio, ya que mi estancia en él, está ligado a muchos recuerdos que me sucedieron en mi vida personal. Hacía dos semanas me había casado, al poco nacieron los hermanos de mi "hermana adoptada"(Laura) a los que adoro y quiero tanto como a su hermana, por una vez en mi vida me compré un coche nuevo, mi hermana Elena se casó ese año..., siempre asocio mis recuerdos personales con los cursos escolares. Al volver de mi luna de miel, hablé con recursos humanos para que me incorporasen a la lista de interinos y comenzar a trabajar. Hubo suerte, llamaron de la “Sur”. Elegí este colegio porque era una baja por maternidad, la cual te garantiza unos cuantos meses seguidos de empleo y sueldo.
Me costó encontrar el colegio, ya que es muy céntrico, se encuentra en el casco antiguo de la ciudad, en un barrio muy empobrecido, demasiado para ser el comienzo de la crisis por aquel entonces y además tenía una fuerte inmigración, tanto es así que en el grupo de alumnos que tuve, la población española era minoritaria. Al llegar, tuve un recibimiento muy acogedor y familiar, de los mejores que he recibido. Cuando te mandan sustituir a un colegio es muy importante la manera en la que te reciben, puedes saber muchas cosas de tu nuevo colegio en función del trato recibido el primer día. Recuerdo que tanto el equipo directivo como los compañeros fueron muy amables. Teniendo en cuenta la problemática del centro y las dificultades de las familias, el claustro de profesores fue de los mejores de los que he formado parte. Compañeros como: “Goyo, profesor de educación infantil en 4 años”, así se presentó junto con un buen apretón de manos. Un maestro de infantil, algo poco inusual en esta etapa(Pues el 95% son mujeres). Nunca he conocido a un maestro/a de infantil tan profesional y tan currante como Goyo. Comíamos juntos en el comedor y todos los días arreglábamos el mundo y cuando no queríamos arreglar el mundo nos tronchábamos de risa contando batallitas. Buena gente Goyo.
También recuerdo a otro compañero, el cual no diré su nombre por si acaso, era de la vieja escuela y quizás era el único distante con el resto de compañeros. No tuve ningún problema con él, aunque no me hubiese gustado tenerle de compañero de nivel. Era un tipo curioso. Tenía auténtica fobia a sustituir en Infantil(cosa que no es fácil, si no estás acostumbrado), recuerdo que en los claustros sugería que fueran dos persona a sustituir en infantil en vez de una sola como se hace en cualquier colegio. En ocasiones cuando alguna compañera o compañero(Goyo) enfermaba, si él tenía una hora libre (de coordinación) y nadie podía sustituir, se escondía en el baño para que no le encontrasen.
Con mi compañera de nivel, María, congeniamos muy bien. Recuerdo con mucha nostalgia los cafés que nos tomábamos en el bar de al lado, o cuando quedábamos todos los viernes a las 14:00. Comíamos casi todo el claustro de profesores, incluido el equipo directivo, olvidando por un rato todos los problemas, oposiciones, recortes…,los viernes era el día que todos esperábamos simplemente para reunirnos y comer todos juntos. Contarnos nuestras batallitas en el aula o reírnos de nuestras desdichas. Joder, que bien me lo pasaba los viernes en Móstoles. Me encantaba comer con mis compañeros y compañeras. Nunca me lo he pasado tan bien ni he tenido una relación tan familiar con mis compañeros como en Móstoles. Muchas veces pienso que si la relación con el claustro de ese colegio hubiese siso distante o tormentosa como en otros muchos centros, la experiencia en “El Lencero” hubiese sido un trago amargo. Ese año nos fuimos de cena por navidad, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, mejor que cuando he salido con mis amigos. Al año siguiente y aunque ya no formaba parte del claustro volví a repetir cena con ellos. El claustro estaba formado por edades muy distantes pero formábamos un buen equipo: Eva, Bea, Marisa, Edu, Patricia, Andrés, Goyo, Justa…, después de ese curso muchos se marcharon del colegio. Yo fui el primero pues estaba sustituyendo, Andrés, Eva y Bea también se fueron al terminar el curso, pues eran interinas como yo. Según me cuentan siguió habiendo muy buen rollo pero no era lo mismo, faltábamos los interinos.
Recuerdo el frío que pasé durante ese curso, no recuerdo haber pasado tanto frío  en mi vida. Nevó en tres ocasiones. Guardar patio era una tortura en ese colegio, he guardado patio en colegios de la sierra o en zonas de montaña, pero como el frío de aquel año nunca. Tenía frío hasta dentro del aula, recuerdo dar las clases pegado a un radiador.
Ese año también fue el 25 aniversario del centro. Cada profesor tuvimos un cometido que desempeñar en el proyecto del 25 aniversario. Como a uno, modestia a parte, le gusta dibujar, me encargaron diseñar un símbolo que representase al colegio. Me gustó dejar mi granito de arena en la historia de “El Lencero”, algún día me gustaría ir a Móstoles con mi hija (cuando sea un poquito más grande), pasear por el barrio de “El Lencero” y contarle la historia de la placa conmemorativa del 25 aniversario.

 
 
Mi sustitución duró hasta abril, ya que la compañera a la que sustituía se incorporaba después de su baja por maternidad. Nunca me ha costado tanto abandonar un colegio como fue “El Lencero”. Todos los cursos uno termina con un pequeño nudo en la garganta tras despedirse de las familias, los compañeros, los alumnos…, en aquella ocasión el nudo era muy grande. Me da mucha pena porque no volví a ver a mis alumnos de 2º y muchas veces me pregunto que será de ellos, tendiendo en cuenta las situaciones tan dantescas que tenían muchas familias.
Eran muchas las dificultades de las familias de este centro, tenía alumnos con situaciones familiares y económicas muy desagradables. A pesar de esto, mi convivencia con ellos fue muy buena. El día antes de marcharme nos reunimos todos en la biblioteca y allí, me pusieron un video, que anteriormente habían grabado a mis espaldas, con todos mis alumnos y compañeros despidiéndose de mí de manera personal. Nunca he vuelto a ver este DVD, lo tengo bien guardado con el resto de videos que he grabado en colegios por los que he pasado, pero no lo quiero ver. No se explicar porque, pues ha sido un buen colegio, me trataron muy bien, los chicos eran un encanto, mis compañeros adorables, pero no quiero ver ese DVD. Quizás sea porque si lo vuelvo a ver, con lo sentimentalón que soy, se lo que pasaría.
Dejé “El Lencero” un soleado 26 de abril. Fue dejar ese colegio y comenzar hacer calor, un calor insoportable. Me mandaron a Loranca, Fuenlabrada, a un colegio que resultó ser el antagonista de “El Lencero”,                pero esa es otra historia…


Esta entrada se la dedico a mi hermana "adoptada", Laura, se que lee mis entradas y le gusta lo que escribo. Aunque la hago mucho de rabiar y en ocasiones ejerzo de manera excesiva de hermano mayor(te jodes, es lo que toca por ser la pequeña), ella sabe  lo mucho que la quiero y lo orgullosos que todos estamos de ella, simplemente por ser como es, por ser "Laura"

PD: Si este sábado no hubiésemos quedado para ir al teatro juntos, nunca me hubiese salido esta entrada tan especial.

martes, 20 de noviembre de 2012

Las Abejas del Valle

Cuando uno era alumno, las excursiones eran el plato fuerte de cada trimestre, esperabas con ansia para que llegase ese día. El salir fuera del colegio por un día, montarte en el autobús, las canciones típicas de excursión que hoy en día se siguen catando: Juanito se hizo pis en el saco de dormir... ¿Quién yo?... Si tú... Yo no fuí... ¿Entonces quién...?, canciones, en las que al final los profesores también nos vemos implicados y acabamos cantándolas como un muchacho más. Hoy, los chicos esperan con la misma ilusión la llegada de excursiones.

La semana pasada fuimos de excursión a “Poyales del Hoyo” “Al museo de las abejas”.

Con la que no está cayendo encima, las excursiones suponen un gran esfuerzo a muchísimas familias, sobre todo para aquellas que tienen varios hijos. A principio de curso estábamos preocupados, teníamos que buscar excursiones económicas para que las familias pudieran afrontarlas sin dificultades, excursiones sencillas que no acarreasen gastos extras. Decidimos ir “Al museo de las abejas” por el módico precio de 3 euros. Lo que no podíamos imaginar es que fuese tan instructiva, interesante y motivadora. Me pareció una de las mejores excursiones a las que he ido con mis alumnos. Cuando realizas una excursión, pretendes que esta tenga un sentido útil para los chicos. Intentas que aprendan desde un punto de vista distinto al aula. En esta excursión no solo aprendieron los alumnos, también los profesores. Me gustó mucho pues descubrí aspectos de estos animales que desconocía y eso me encanta.

Yo que soy muy crítico, diría que al museo le faltó realizar algún pequeño taller con cera o miel. Aun así creo que la visita fue muy provechosa. La he recomendado a muchos compañeros y si algún año puedo, volveré con otro colegio. El paisaje, las vistas y el trato familiar, mereció la pena.

Muchas veces, en la sencillez de las cosas encontramos el bienestar, el gusto y la pasión por los pequeños placeres diarios.