jueves, 4 de junio de 2015

Encontrando el rumbo


Sólo éramos tres personas en la clase para una reunión general de padres y madres. En este caso  voy como padre, lo que quiere decir que veo los toros desde el otro lado de la barrera.
Tarde o temprano mi roll sería sentarme y escuchar como un padre más y no como docente. Y como no pude asistir a las anteriores, ya que me fue incompatible con mi horario, esta fue la ocasión.
Conozco a la educadora de mi hija, es compañera de mi mujer y gracias a ello estoy al corriente de todos y cada uno de los proyectos, acontecimientos y anécdotas que suceden en el aula. Aun así es mi obligación como padre asistir y ser informado, pero el principal motivo era mostrarle mi más sincero agradecimiento por todo lo que ha hecho con mi hija.
Como padre y como miembro del sector educativo al que pertenezco se bien de lo que hablo. Conozco muy bien a mi hija y se hasta que punto su Educadora, Brenda, que así se llama, ha influido en ella. He ido apreciando una evolución en muchos aspectos, cognitivos, sensoriales, motrices, emocionales y sociales. Siempre he pensado que mi hija sería una niña bastante introvertida, pero a lo largo de este curso ha cambiado, se muestra receptiva y abierta a cualquier ambiente y con cualquier niño o niña que encuentre a su paso. También veo muchos valores en ella que han sido inculcados, además de formar su personalidad. Lo que más le agradezco a Brenda, es lo bien que ha sabido inculcarle el fomento a la lectura.
Comentaba  que hasta tres o cuatro veces al día les leía cuentos, nada más maravilloso para un niño. Nosotros desde casa también se lo fomentamos, pero es en este año donde sus juguetes preferidos son los cuentos. Mi hija es feliz si alguien le cuenta un cuento, a todos los sitios siempre quiere llevarse un cuento.
Todo lo contrario ocurre en mi trabajo, en donde un niño llega a 1º de primaria y no sabe lo que es un libro.
La pasión de mi hija por los cuentos es en gran parte a Brenda, porque ella le ha sabido transmitir con dulzura y devoción algo tan humano y tan maravilloso como es contar un cuento.

Sentado en esa mini sillita pequeñita, escuchaba atentamente su discurso, en el cual nos informaba de su metodología, sus actividades, proyectos, rincones de trabajos, ritmos de aprendizaje…, algo que es de obligado cumplimiento en estas reuniones.
Después, con su ordenador nos puso un montaje fotográfico con todas las actividades que habían realizado a lo largo del curso acompañado de una música muy bien elegida. Un delicado y tierno montaje realizado por ella misma en el cual había dedicado tiempo, cariño y dedicación. En ese instante, en es mismo momento, mientras veía a mi hija en distintas imágenes acompañado por la voz de Louis Armstrong fue cuando un gran pesar me inundó.
Brenda me estaba recordando a un joven y entusiasta maestro que empezó hace ya unos años en un colegio de Fuenlabrada. La humanidad que desprende esta muchacha me hizo recordar como era  aquel maestro. Como quería cambiar el mundo con sus alumnos, la pasión y entusiasmo que ponía en todo aquello que hacía, como siendo un idealista creía en lo que hacía.
Me empecé a sentir muy triste, pues este curso he perdido el rumbo en todo aquello que creía y sentía. El superhéroe que siempre he creído ser, se ha perdido.


Todo un año trabajando con Kriptonita, acaba derrumbando hasta el mismísimo Supermán.
Nunca pensé que pudiera llegar un momento en el que perdiese todo aquello que siempre he defendido y creído, y más triste aun, perder la ilusión, en definitiva perder mi rumbo.
Nunca me ha gustado escribir para criticar desde mi blog, este es mi diario y no pienso invertir mi tiempo en hacer crítica, pero lo de este año, este curso y este centro en el que estoy…, ni en la peor pesadilla idea por el Joker.

Cuando termino el video, no pude evitar aplaudir y contagie a las otras dos madres que tenía a mi lado.
Todo un detalle por su parte. Agradecérselo es poco. Cuando terminó la reunión nos preguntó si teníamos alguna duda. Ese fue el momento que decidí para agradecerle delante de todos los que estábamos allí, su labor no solo como docente sino como persona, pues la humanidad que desprende esta chica la veo reflejada en mi hija. Ser una buena persona es el mayor tesoro que puede albergar  nuestros corazones. Ese reconocimiento es lo que necesitamos aquellos que trabajamos en este ámbito para poder seguir adelante con esas ganas e ilusión.
Brenda es una Superhéroe,  ojalá nunca pierda el rumbo, pues hacen falta muchas Educadoras como ella.

Cuando terminó la reunión, una madre le preguntó si seguía en Julio, a lo que contesto que tenía “vacaciones forzosas” yo le pregunté aunque ya lo sabía, si seguiría en septiembre, contesto que no es algo dependa de ella.
Como aquel maestro que empezó en el Víctor Jara, también se vio anegado a terminar un curso, despedirse y nunca más supo, triste vida la de un maestro interino. Gente como Brenda valen diez mil veces más que aquellos que realizan su vida laboral en un despacho viendo las horas pasar y que tienen la poca vergüenza de opinar, escribir y juzgar sobre educación desde sus vistas tan plácidas y tranquilas.
Brenda es como aquel maestro de Fuenlabrada, alguien que trabaja en el barro día a día buscando esculpir en ese barro lo más parecido a una obra de arte.
El que trabaja y no se ensucia las manos poco puede cambiar y menos aun opinar.

Cuando acabe el curso quisiera volver a hablar con ella, aunque se que mi mujer tiene su teléfono, me gustaría que con el tiempo pudiese volver a ver a mi hija, pues ha sido su primera maestra (nada que ver con las de el año pasado) y alguien así no debe ser olvidado nunca, ha de estar presente en la memoria de mi hija con el paso del tiempo.
Antes de que acabe el curso también subiré al despacho y ensalzaré su trabajo delante de sus jefas, que sepan de mi boca, la  boca de alguien que trabaja en este sector, lo  buena que es esa Educadora y el grave error que sería no contar con sus servicios el año que viene.
El próximo curso mi hija comienza el colegio, colegio en el que su padre, “El Maestro Ambulante” paso por allí, espero que mientras pase por este centro algún día llegue a sus oídos algo sobre su padre. Buenos recuerdos tengo del que será su colegio, allí la esperan compañeros míos de los cuales se que harán un gran trabajo en el aula.

Sentado en el rellano de la escuela de mi hija y esperando a que mi hermana bajase de la reunión con la tutora de su hija, volví acordarme de ese maestro del Víctor Jara, que a su vez también pasó por el Lencero y a su vez por el Felipe IV y a su vez…, caí en la cuenta de que si algo me ha enseñado Brenda, es como encontrar el rumbo y entender la vida como una caída…,

y porque nos caemos…, para aprender a levantarnos


Pues eso, a levantarse.