viernes, 11 de octubre de 2013

Yo, yo mismo y mi loca cruzada en Albacete


1ª Parte:
Nunca he podido examinarme en Castilla la Mancha, siempre coincidía con Madrid, en día y hora. Cuando esta última vez vi que el examen era en Albacete…, la primera sensación fue: otro año más que me quedo sin probar suerte aquí, estuve a punto de no presentar la solicitud…, menos mal que no fue así.

Sonó el despertador a las 4:30 de la madrugada, creo recordar que la última vez que miré la hora serían las doce de la noche. Aun así, los nervios y la tensión hacen que te levantes sin sueño, en un estado de alerta felina.
Cuando te montas en el coche y empiezas a conducir a esas horas, te das cuenta de que hay más coches en la carretera de lo que uno se imagina a esas horas, o por lo menos fue a sí hasta que enlacé con la autovía de peaje. A partir de aquí, no recuerdo encontrarme más coches hasta pasados unos cuantos kilómetros.
Días atrás, intente buscar alojamiento en Albacete, al no encontrar nada de mi agrado decidí arriesgarme y salir el mismo día del examen en coche (una autentica locura).
En mi cabeza, todavía reciente, la fiesta de fin de curso de mi último colegio, una despedida un tanto agridulce, después de tres años habiendo vivido demasiadas experiencias en este colegio.
Durante el viaje iba escuchando un cd el cual había grabado anteriormente y en donde se escuchaba mi voz hablando y resumiendo el temario. A 100 km de Albacete decidí que ya era suficiente, puse la radio para distraerme. Al poco escuchaba las noticias diciendo que ese día comenzaban las pruebas de acceso a maestros en Castilla la Mancha.
No me costó mucho encontrar el instituto donde me examinaba, no me hizo falta el GPS, solo tuve que seguir el reguero de coches a la entrada de la ciudad.
Cuando llegué desayuné en mi coche, un batido y un bollo, no me entraba nada más.
Después comencé con mi ritual, el que siempre hago ante pruebas como esta, lo llevo poniendo en práctica desde que iba a la universidad.
Muchos necesitan relajarse con música clásica o hablando con la gente y poniéndola aun  más nerviosa.
Yo, necesito escuchar MI MÚSICA, sólo con MI MÚSICA. Al contrario que el resto, yo necesito música que me active, que me encienda, que me ponga a mil por hora, música que me haga sentir como un boxeador cuando sale al Ring, como un formula 1 antes de que se enciendan las luces verdes. Lo necesito, tengo que salir a por todas. Para estos casos, siempre me acompañan el “ Fuckin’ in the Bushes  “ de los OASIS, después es el turno del “Climbatice” de los PRODIDY y por último termino con el “Lonely boy” de THE BLACK KEYS.
Ahora sí, es el turno de salir del coche y entrar en el instituto. De camino eres asaltado por varias academias las cuales te entregan bolígrafos y propaganda. Al llegar al hall lo primero es buscar la lista de mi tribunal y comprobar que existo. Una vez ves que todo está en orden toca esperar, esperar y esperar. Esperar en un pasillo el cual se va llenando cada vez más de opositores, hasta llegar un punto en el que las “sardinas enlatadas” tienen más espacio que cualquiera de los que estamos allí. Entre los asistentes alguna que otra cara conocida, quizás alguien que estudió magisterio conmigo.
Cada uno palia sus nervios a su manera, desde el que no hace otra cosa que estar nervioso y poner más nervioso al que tiene al lado, a los que  prefieren el cachondeo y las risotadas intentando esconder un acojone de los pies a la cabeza, hay gente que viene acompañada por su pareja o familia sintiéndose más protegidos, otros no paran de repasar por última vez los apuntes. Y luego estoy yo, “el lobo solitario”, soy de los que prefiero quedarme quieto contra una pared, sólo y observar el panorama, mis nervios me los guardo para dentro e intento volver a recitar en mi cabeza las melodías de los BLACK KEYS o los OASIS.
Llegado un momento se abre el acceso a las aulas y todos a la vez como una estampida en el  Serengueti nos dirigimos a los pisos y aulas correspondientes. Ahí toca seguir esperando. Sale el presidente del tribunal y comienza a llamar por orden alfabético. Yo observo detenidamente al presidente y al resto de vocales intentando sacar una conclusión rápida sobre sus personalidades. Ver como visten, se comportan, hablan y actúan dice mucho de una persona, es vital conocer como pueden ser las personas que te van a examinar.
Mis sensaciones son buenas.
Una vez que te llaman, entregas la programación y te sientas donde te indican. Es ahí, en ese momento, cuando yo me pongo nervioso de verdad, esa espera se me hace interminable, el tiempo que pasas desde que te sientas hasta que se realiza el sorteo del temario es una autentica tortura para mi sistema nervioso. Comienza el hormigueo en el estómago, sudor de manos y tembleque de piernas, haciendo evidente mi estado fatídico. El calor comienza a ser insoportable, no son ni las 9:30 y ya debe de haber más de 30º, es lo que tiene Albacete. Consigo calmarme pensando en mi hija, Ariadna, recordándola reír, recordando como se dormía cuando era un bebe sobre mi hombro, notando su respiración en mi cuello. Sin duda alguna, pensar en mi hija, ha sido mi mejor apoyo en estas oposiciones.
Algunos opositores intentan hacerse el gracioso o caerles simpático al tribunal durante esta espera, como si eso les fuera a servir de algo, ilusos. Yo prefiero pasar desapercibido, mientras menos llame la atención, mejor.
De pronto se corre la voz por los pasillos, ya se han sorteado los temas, el presidente nos dice los números y comienza a escribir los enunciados en la pizarra. En ese momento tengo que tomar una decisión, y es una decisión muy importante, elegir el tema que creo saber desarrollar mejor. No tarde mucho en decantarme. Dan el pistoletazo de salida, por delante tengo dos horas en las que tengo que escribir lo mejor posible y sin faltas de ortografía, escribir lo mejor que pueda sobre el tema que he elegido. Comienza una fatídica contrareloj en la que el tiempo y las prisas pueden hacerte cometer errores en la estructuración del ejercicio. Dos horas que se pasan volando, en esta ocasión voy con el tiempo muy justo y con la incógnita de saber si habré sido capaz de relacionar bien el tema a nivel autonómico. Tan solo tengo 5 minutos para repasar todo lo escrito y corregir tildes y alguna que otra falta producida por las prisas. Se acaba el tiempo y entrego 7 folios.
Tenemos 10 minutos de descanso hasta la siguiente prueba y volvemos a los pasillos. Todo el mundo hablando de lo que ha puesto, el tema que ha elegido…, yo prefiero aislarme en una esquina, saborear un caramelo de limón para contrarrestar una bajada brutal de azúcar  por culpa de los nervios y concentrarme para el siguiente ejercicio. Repaso rápidamente la legislación autonómica, entro de nuevo al aula, al llegar ya tenemos el sobre con el ejercicio encima de la mesa. Los nervios son prácticamente nulos (los he gastado en el ejercicio anterior, ya no me quedan). Veo los supuestos prácticos, me relajo, se hacerlos, me planifico mi estrategia y a continuación nos dan la salida, “luces verdes”, comienza otra nueva contra-reloj.

Cuando termino, casi de los últimos, y entrego mi ejercicio me voy con una buena sensación, para mí, la batalla la he ganado, ahora habrá que esperar si eso es suficiente.
Salgo del instituto, empapado en sudor, justo al salir por la puerta del centro una bofetada de calor casi me tumba igual que puñetazo de HULK. Miro el reloj, son las 16:00. Vuelvo tranquilo a mi coche y antes de subir doy el último trago de agua calentorra de mi botella, veo el termómetro, 38º. Me quedan 3 horas de viaje hasta llegar a casa. De camino paro en una gasolinera, un refresco energético y un sándwich de mala muerte serán mi comida y mi acompañamiento de vuelta a casa. Bueno, también mi música, ahora prefiero relajarme y decido escuchar un cd que el día anterior me regalo la mujer de mi compañero, Jaime Cullum, es bueno este tío, muy bueno, pero el cansancio y el sueño empiezan a mermar mi conducción. Además no puedo dejar de pensar en lo que tenía que haber puesto y no puse. Cambio el tercio, THE BLACK KEYS, PLACEBO y una carpeta con recopilación musical de los sesenta me acompañan en los últimos 150 km. En mi cabeza, solo pienso en llegar a casa y abrazar a mi hija, decirle que pase lo que pase, se sienta orgullosa de su padre, pues lo ha dado todo. De esta  loca cruzada en la que me he embarcado algo bueno tiene que salir, estoy seguro.
Cada opositor vivirá su “Cruzada” desde su punto de vista por supuesto, este es el mío, por eso lo escribo.

Dos semanas después salen los resultados, una criba considerable en todas las especialidades, pero entre los que han pasado el corte estoy yo, una vez más lo vuelvo a conseguir, vuelvo a demostrarlo. El esfuerzo ha sido titánico y ha merecido la pena. Como dicen en fórmula 1 estoy en la “Q 2”.  Toca el segundo asalto, pero eso es otra historia…