miércoles, 18 de diciembre de 2013

Navidad

Última semana antes de las vacaciones de navidad.
Tanto alumnos como profesores estamos deseando que llegue ese último día para descansar, desconectar y relajarse.
Lo chicos ya están inquietos y nosotros andamos con las fuerzas muy justas.  Pero si algo me gusta de esta semana es el ambiente que poco a poco te va contagiando. A mí me gustan la navidades, me gusta pasarlas y celebrarlas con mi familia (este año más, con ilusión de celebrarlas con mi hija, que poco a poco se va percatando más del mundo que le rodea).  
Cuando era pequeño esperaba pacientemente a que llegase el día 6 de enero. Levantarnos mi hermana y yo a la vez, cerrábamos los ojos justo antes de entrar al salón. Entrábamos muy despacio y a la de tres, los abríamos de par en par.
Que sensación más maravillosa era  encontrase el salón con los juguetes que habías pedido. Es una de las sensaciones más bonitas que recuerdo de mi infancia.
Quizás por eso me siguen gustando estas fechas.
A mis alumnos les pasa lo mismo. Los chicos y chicas de 3º esperan ansiosos la llegada de estas fiestas. Me cuentan ilusionados lo que han pedido en la carta a los reyes magos y siempre les digo que no se olviden de pedir algún que otro libro.

Creo que este es el primer año que no celebro algún tipo de festival de navidad con las familias. En este centro no se celebran y tienen motivos de peso para no hacerlo.
Este año haremos una fiesta en nuestra clase que también les hace mucha ilusión. Mejor. Cuando los profes preparamos estos festivales, las familias no se hacen una idea del  trabajo que implica y generan este tipo de actividades. Y es muy frustrante encontrarte con el desapruebo y la falta de respeto que demuestran las familias hacia los chicos en este tipo de eventos.
Un buen amigo mío me comento que la clase de su hijo recitarían un villancico en su colegio. Había algunas familias que estaban completamente en desacuerdo porque a sus hijos no los habían elegido como “protagonistas”.
Me comentaba indignado que no sólo se le quitaban las ganas a la tutora de hacer el festival sino que al resto de familias también.
Alguna vez me he visto envuelto en ese tipo de polémicas. Recuerdo una obra de teatro que preparé con toda la ilusión del mundo y que al final no decidí llevarla a cabo pues ya tenía alguna madre protestando porque  su hijo no tendría el papel “estrella”, que había mucho trato de favor con determinados alumnos y su hijo estaba discriminado. En esta obra todos eran protagonistas no había papeles “estrella”. Que discrimine a un alumno…, antes dimitiría de esta profesión.
Resultado: no hubo obra. Y desde aquí le pido perdón a mis alumnos, pero aquella situación me dolió en alma. Que alguien te acuse de esa manera es muy doloroso para un profesor.
Se que los chicos no tenían la culpa, se quedaron con muchas ganas, pues leímos la obra y les encantó. Les justifiqué con que no teníamos tiempo para prepararla.
Muchas veces la insidia de las familias desemboca en esto. Por eso entiendo los motivos para que un centro cancele este tipo de festivales. No se dan cuenta de que juegan con la ilusión, no solo de sus hijos, sino también con la de sus profesores que trabajan y preparan con sumo cuidado y mimo este tipo de actividades. Mi filosofía es que si haces algo lo hagas  sin nada a cambio. Lo haces por tus alumnos, porque crees en ellos y en lo que haces, aunque a veces es inevitable perder la paciencia

Aun así no me rindo y centro al voy, centro que lo pongo patas arriba para salirme con la mía haciendo alguna actividad que  ilusione tanto a mis alumnos como a mí. Pues que son las navidades para un niño si no están rodeadas de ilusión.
En mi recuerdo muchas navidades. Siendo niño y siendo maestro. La ilusión que me inundaba siendo niño la intento transmitir a mis alumnos y que por un momento en estas fechas, la crisis y  la economía no les influya.

Que la última semana de clase antes de las  navidades les parezca tan mágica, como me parecía a mí.