martes, 19 de febrero de 2013

Saber o saber enseñar


Todo el mundo me preguntaba si había visto el reportaje de la sexta “Salvados, la Escuela Pública se enfrenta a su momento más difícil”. Me lo perdí, pues no veo mucho la tele, ni siquiera lo vi anunciado. Cuando por medio de Facebook vi el revuelo que se montó, me picó la curiosidad. Lo busqué en la página de la cadena y hará unos días lo vi. No me sorprendió, hay cosas en las que estoy de acuerdo y otras en desacuerdo. Estoy de acuerdo en que nos enfrentamos a nuestro momento más difícil por motivos que no me apetece escribir, sería dar un mitin político y estoy harto de los políticos. Estoy de acuerdo en que la mayoría de los problemas a los que se enfrenta la escuela pública son debidos a nuestra sociedad. Por eso en “Finlandia” todo es idílico mientras que en España es un caos. La sociedad finlandesa no es comparable con la nuestra. Esa es la diferencia

Lo que no me gustó fue la opinión generalizada sobre que nuestros maestros no estamos lo suficientemente formados, mientras que en Finlandia es una de las carreras más exigentes y de las que sólo la superan los mejores. En España la nota de corte es de las más bajas, eso es cierto.

Por supuesto que un maestro tiene que estar bien formado para eso estudiamos una carrera y para eso nos examinan y nos evalúan.
El problema no es la cantidad de conocimientos que tiene un maestro, sino como enseña esos conocimientos. De que le sirve a un maestro saber  muchísimo de física si sus alumnos no entienden  lo que explica.  “Una cosa es saber y otra saber enseñar”.
Claro que es importante los conocimientos de un profesor, he pasado por colegios en los que he tenido que ayudar a compañeras con las clases de mates para 6º o 5º, fallo de nuestro sistema educativo por poner a una persona a dar clases de matemáticas cuya  especialidad es inglés, una manera de ahorrarse un sueldo.
Siempre he dicho y siempre diré que un buen maestro es aquel que sabe enseñar. Esa es la base sobre la que deben cimentar esta profesión.
También comentaron en el documental que la mayoría de los maestros y maestras finlandeses estudian magisterio por vocación. Ese es el “kit” de la cuestión, la vocación.
Sí, estoy de acuerdo con el programa en que muchos maestros de nuestra sociedad cogen esta carrera porque no les da la nota para otra. Que error, estudiar algo que no te gusta para trabajar el día de mañana sin ningún tipo de incentivo profesional ni emocional.
No hará mucho “José Ignacio…,” dijo que los universitarios NO deben estudiar lo que quieren sino lo que es necesario. Que triste, es tristísimo, esa es la sociedad que nos espera. Jóvenes formados en carreras por las cuales no tienen ni un ápice de interés.
Trabajamos con niños, trabajamos por el futuro de nuestra sociedad. Si un maestro no tiene vocación, ¿qué futuro nos espera?.
La mayoría de los maestros finlandeses estudian magisterio por vocación, he aquí su implicación en las aulas. ¿Qué pasa con nosotros?...,
Vocación es la clave. No aprobar una oposición para tener un sueldo fijo, que por cierto, es triste pero el otro día descubrí que un camarero gana más que nosotros. De camarero trabajé hace muchos años y odio ese trabajo, por eso sigo siendo maestro, porque es mi vocación.

Desde que era pequeño quería ser maestro, recuerdo que jugaba con mi hermana Elena a los profesores, nuestros peluches  eran los alumnos y algún que otro cojín también asumía esas funciones. De siempre he tenido muy claro lo que he querido ser.  Al principio me planteé la docencia en la educación física, pero disfruto más enseñando mates, cono y lengua. Cuando hice las prácticas en la universidad descubrí lo bonito que es este trabajo y lo que me gusta. Recuerdo a una compañera de prácticas la cual me confesó el día de nuestra graduación, que había descubierto que  no valía para ser maestra, las prácticas le habían hecho cambiar de idea. Decidió comenzar otra carrera pues sabía que no aguantaría mucho tiempo en esta profesión. Recuerdo que era muy buena estudiante, sacaba unas notas sobresalientes, pero…, ¡no tenía vocación!
Me asustó mucho la confesión de esta chica, no podía imaginar que alguien no se hubiese dado cuenta de la responsabilidad que implica este trabajo.
Mis prácticas no hicieron otra cosa que acentuarme la pasión por mi trabajo, sobretodo las prácticas del último curso. Allí conocí a mis dos tutores, Manuel y Jaime. Hoy en día sigo guardando amistad con ellos, han estado en mi boda y hace poco conocieron a mi hija.
De ellos aprendí mucho, y hoy en día mi forma de enseñar es fiel reflejo de muchos aspectos suyos, los cuales me influyeron. Que buenos recuerdos tengo del Colegio Ciudad de Nara, allí me examine y fue la primera vez y única en mi vida que saqué “matrícula de honor”.
Cuando uno se examina del “prácticum” le asignan un tutor en el centro y otro en la universidad, este es el que te examinará durante un día, evaluando como das clase, como programas, como te enfrentas a los alumnos etc.
A mí me tocó “Carmina”, casi me pongo a llorar, era el hueso más duro de todos los huesos duros que te podían tocar como tutora. Exigente y perfeccionista, dura como el acero y fría como el hielo. Encima ese era su último año pues le esperaba la jubilación. Toda una institución a nivel nacional en pedagogía, nadie era capaz de sacar más de un 7 en sus asignaturas. ¡Madre mía que suerte la mía! Pensé.
Ignorante de mí. Opinaba lo que opinan la mayoría de los alumnos cuando tienes un profesor exigente. Con esta mujer va a ser imposible aprobar las prácticas, con lo ilusionado que estaba por empezar mis prácticas…, que ignorante.
El día que me tocaba examinarme en el colegio, estaba hecho un flan por los nervios, venía “Carmina” a examinarme, la famosa “Carmina” que todo maestro tenga la edad que tenga y ha estudiado en Toledo la conoce.
Ella sólo me dijo olvídate que estoy aquí, se tú mismo. Era imposible olvidar que “Carmina” te estaba evaluando pero aun así ejercí la docencía como creo que debe ejercerse.
Al día siguiente tenía tutoría con ella, me informaría de mi nota. Yo sabía que no iba suspender pero mi sorpresa fue cuando me dijo que me quería poner matrícula de honor, que sólo lo había concedido una hace muchos años y que justo hasta ahora, apunto de jubilarse, no había visto a nadie con una vocación tan clara para esta profesión la cual mereciese matrícula de honor. Vocación.  La nota final del “practicum” depende de una nota del tutor del colegio, la nota del tutor universitario y la memoria. En las dos primeras tenía un 10.
Para concederme la matrícula, tenía que elaborar una memoria que fuese digna de exposición, una obra de arte. Acepté el reto. La tuve que repetir como unas 5 veces pero al final gané la matrícula, es más, la universidad me pidió permiso para quedársela y tenerla como fuente de consulta y guía didáctica para futuras prácticas.

No me despedí de “Carmina” en persona, en una de las tutorías que tuvimos me comentó que NO le gustaban las despedidas, algo en lo que coincido con ella. Antes de que se jubilase la escribí una carta. Supe por otra profesora que la emocionó. Fue mi manera de darle las gracias, forjó un buen maestro, creo que puede sentirse orgullosa.
Al curso siguiente la universidad me llamó por teléfono, querían que diese una conferencia a los siguientes alumnos que comenzaban las prácticas. Querían que les explicase que significa ser maestro, que mejor que el chico que sacó matrícula de honor con “Carmina” para acometer esta tarea. Y así fue, me convertí en coferenciante y además cobré por ello, mi primer sueldo como docente(sin contar las clases particulares)

Carmina, Manuel, Jaime…, muchos han influido en conservar mi vocación, pero ser maestro lo llevo en la sangre, mi padre me lo repite muchas veces. Tus bisabuelos eran maestros te viene en los genes, aunque los genes "docentes" han saltado un par de generaciones. 
Mis genes, mi infancia jugando con mi hermana a los profesores, una adolescencia influida por unos buenos profesores, la universidad, mis prácticas en la universidad, mi tutores de prácticas…

Me gusta enseñar  y una cosa es saber y otra…, saber enseñar(vocación)



Dedicado a mis dos tutores, amigos y guías personales a los que siempre llevo en mi corazón. Manuel y Jaime