miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los Nuevos Vengadores

De docente a evaluador. Esa fue la reflexión del último claustro.
Llevamos tres meses peleando con los estándares de aprendizaje, una nueva fórmula que se han inventado los de arriba para categorizar la enseñanza.
Cuando se hacen este tipo de cambios legislativos, quien los hace, nunca se pone en el lugar de a quién van dirigidas. Por eso cuando hay que llevarlo a la práctica aparece el más absoluto caos y desconcierto.
 No quiero entrar en bucle que conlleva criticar el cambio de ley y las repercusiones que ello atañe. Me centro en el punto en el que estamos. 
Ahora tenemos una ley la cual nos dice que hay que supervisar, ponderar y categorizar a nuestros alumnos como si fuesen un producto manufacturado el cual tiene que pasar los controles de calidad obligatorios antes de salir al mercado.
En eso nos hemos convertido, en operarios de una cadena de montaje. Operarios que tienen una media de 505 estándares para evaluar por curso. Teniendo  en cuenta que hay estándares básicos (valen un 50%) intermedios (un 40%) y avanzados (10%) calcula los porcentajes de cada uno de ellos y relaciónalos con cada ejercicio y pregunta que desarrollas  en el día con nuestros alumnos. Ahora multiplica todo esto por cada alumno y con cada una de las áreas del currículo de primaria (matemáticas, lengua, naturales, sociales, plástica, valores)….
Cuando tengas estos resultados elabora un gráfica y relaciónalo con las competencias clave (7 en total), vuelve a multiplicar cada una de estas competencias clave por el total de alumnos que tienes…
Elabora un plantilla de Excel que te calcule estos porcentajes, para luego elaborar otra plantilla de Excel que te relacione las ponderaciones con una nota cuantitativa para luego elabora un gráfico que represente el grado de consecución de las competencias clave, más no te olvides de elaborar otra plantilla para registrar todos aquellos estándares que se evalúan por observación y no por una prueba escrita, júntalo todo y multiplica todo esto por cada alumno, por cada asignatura…,

Pues sí, esto se resume en que ayer tarde dos horas  en meter las notas de una simple prueba escrita de lengua. Dos horas de trabajo en casa el cual me resta tiempo en preparar mis clases, prepararme los temas y supuestos prácticos que tengo de tarea para el siguiente sábado con mi Preparadora, jugar con mi hija…, quejarse sirve de poco. Pero mi reflexión es, ¿mejoraremos nuestro fracaso escolar con esta nueva fórmula de los estándares?

Creo que la respuesta cae por su propio peso. A lo mejor es la hora de romper la cadenas que nos atan y enfocar la educación como Cesar Bona, a quien leo, sigo y admiro desde hace tiempo, todo un crack en la docencia. Leer sus frases, comentarios en su facebook y su blog, hacen que mi vocación no se consuma. Es al único que he oído sacar pecho y defender a nuestro colectivo, como bien hizo contestando en un programa a el "Último de los Iluminados". Un Vengador sin lugar a duda.  
Su ejemplo es toda una inyección de moral hacia el profesorado. Su filosofía es un credo. Menos mal que todavía hay gente que escribe con criterio. Ojalá algún día perdamos el miedo y dejemos de ser esclavos del currículo. Puede que haya llegado el momento de romper las cadenas y dejar de tener miedo.
Seguro que César no pierde dos horas de su tiempo en rellenar tablas  Excel con estándares, ni tampoco  creo que tenga miedo de los inspectores, más bien creo que sería al revés. Dedicará esas dos horas a innovar, preparar y motivar sus clases. Por eso es quien es.

¿Qué no sabes quién es César Bona?, por favor pincha en la imagen





viernes, 6 de noviembre de 2015

La Última de los Iluminados

Para troncharse de risa, mejor tomárselo así  que ponerse a llorar, porque leer las tonterías y disparates que se les ocurren a estos “Iluminados” es para tomárselo así.
Gran propuesta la que lanzaba hace unos días este filósofo y “pedagogo de despacho”, vincular el sueldo de los maestros a sus resultados.
Yo le devuelvo la pelota diciéndole que se debería vincular su sueldo con la coherencia con la que escribe sus ensayos.
Creo que este señor por mucho Doctor Honoris Causa que sea no se ha metido en un aula de Primaria a trabajar en su vida. Es muy fácil resolver el mundo desde las altas esferas. Yo le invitaría a mi centro a trabajar una semana conmigo, que compruebe en primera persona como es trabajar en un centro deprimido, con un alto índice de alumnado con problemática social, absentismo y dificultades de aprendizaje. Que compruebe la impotencia que es encontrar alumnos que llegan a 1º de Primaria sin ni siquiera haber estado escolarizados en Educación Infantil teniendo que enseñarles desde cero, además de no tener un mínimo en normas y hábitos.
Que compruebe lo frustrante que resulta enseñar a chavales que presentan absentismo escolar, chicos y chicas con desfases curriculares de dos años por culpa de unos padres que no tienen responsabilidad ante ellos.
Tratar de ayudar cada día a niños y niñas que tienen algún miembro en su familia en la cárcel o en un centro de desintoxicación y que no muestran ningún tipo de interés hacía nadie ni nada, pues la situación que viven en sus casas hacen de ellos víctimas del sistema.
Haces lo humanamente posible con todo este tipo de alumnado, y en muchas ocasiones es muy difícil conseguir resultados favorables. Te consuelas si eres capaz de concienciar a estos niños de cual es el camino correcto. De enseñarles a diferenciar lo que está bien de lo que está mal. De conseguir lo máximo posible de ellos mientras asisten clase. Que su paso por la escuela les sirva para no delinquir el día de mañana. Que sean felices mientras vienen al colegio. Que sepan que hay gente buena como nosotros, que les ayudan cada día.
Si analizamos la zona, el nivel socio cultural de las familias y su poder adquisitivo es lógico encontrar este tipo de alumnado. Comparar un centro de estas características con uno privado u otro que esté situado en una  zona adinerada no es mismo. LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS.
Culpar al maestro porque estos alumnos no sean capaces de alcanzar los objetivos propuestos me parece una insolencia y un insulto hacia todas aquellas personas que nos dejamos la piel cada día ayudando a estos chicos y chicas. Hacemos lo humanamente posible y aun así no es suficiente. No somos Dioses omnipotentes, somos maestros, sí MAESTROS, los “superhéroes de esta sociedad”…, a ver si os entra en la cabeza. 
He pasado por muchos centros así, ese es papel que tenemos los maestros, trabajar y sacar adelante a chavales con esta problemática. Aun así me gusta mi trabajo y cada día lo afronto sin rendirme ante las adversidades.
Vuelvo a lanzarle otra bola a este señor, no sería mejor reconocer, y no tiene que ser económicamente, al profesorado que trabajamos en estos centros.
Un buen reconocimiento sería que  en su próximo artículo o ensayo ensalzase nuestra labor. De esta manera mis ojos se emocionarían y no sangrarían por leer estos disparates.  

Yo les aconsejaría a todos estos “iluminados” que leyeran este artículo, antes de que publiquen los suyos.


Esta es una de nuestras muchas realidades.

http://www.eldiario.es/sociedad/docentes-interinos-anos-pasado-colegios_0_439556903.html

Antes de evaluar a un maestro, evalúen sus condiciones de trabajo dentro y fuera del aula.

Dotar de materiales y medios.


jueves, 24 de septiembre de 2015

El Primer día de Colegio

Es la primera vez que empiezo el curso escolar justo el día que comienzan las clases lectivas, hasta ahora siempre había empezado con el curso iniciado y siempre me preguntaba, ¿cuando sería el día que tendría la oportunidad de empezar el curso desde el principio?

Es el primer día de cole. Como siempre, todo nuevo: alumnos, compañeros, familias…, pero este año es distinto en algo, no soy el único que empieza el primer día de cole. Para mi hija también es su primer día. Y algo me recorre por dentro, una angustia y preocupación de padre se apodera de mí. El no poder acompañar a mi hija el primer día de colegio es algo con lo que no contaba. Como casi siempre, creía  empezar a trabajar bien entrado septiembre, mira por donde es la primera vez que empiezo tan pronto. Es abrumadora esta sensación. Tendría que llevar de la mano a mi hija en su primer día de colegio. Recuerdo como fue ese primer día en la guardería, pues fui yo quien estuvo con ella los primeros días. Que supiese que siempre iba a estar a su lado, quería transmitirle esa seguridad que tanto necesitamos cuando somos niños, esa seguridad que solo nuestros padres saben transmitirnos. Yo también recuerdo ese primer día de colegio y también recuerdo como aguantaba las ganas de llorar. Aunque mi recuerdo más traumático es en la guardería. Recuerdo estar en el patio y nunca olvidaré como a lo lejos divisé la imagen de mi madre desde una esquina. Yo estaba convencido de que era ella. Me puse a llorar quería ir con ella, quería que me abrazase y para colmo la profesora, que siendo sincero tenía muy “pocas luces”, encima me regañó. Muchos años más tarde mi madre me confesaría que aquello no era producto de mi imaginación, era ella quien se escondía tras esa agónica esquina.

Hoy en día tenemos los llamados periodos de adaptación. Periodo el cual yo contaba poder asistir y que por causas del destino no voy a poder. Menos mal que tenemos a los abuelos. El estandarte de nuestra sociedad en estos días son los abuelos, son la piedra angular para nuestros hijos.

Mi primer día de cole. De momento son poco kilómetros, lo cual es una suerte. Lo malo, que es solo hasta enero. De ahí en adelante no se que me voy a encontrar. Pero hasta entonces “carpe diem”.
Otro año más cargado de trabajo, en este caso desempeñando funciones de secretaría y aunque en algún cole que otro he echado una mano no es lo mismo que ejercer la función en tu propia persona. Por desgracia la baja que ocupo es de la secretaria del centro y tan mala suerte que no pedirá excedencia y se incorporará después de las navidades.
Aun así tengo la tutoría de un 4º de primaria y contento de enseñar a mis nuevos alumnos. Parece que me los he sabido ganar rápido y la clase navega viento en popa.
En cambio esta labor de oficinista es insoportable, cada vez tengo que salir del aula para encerrarme en el despacho me entran los siete males. El comedor, la empresa del comedor, las solicitudes, las becas del comedor, las becas de los libros, certificados de traslado, atiende a las familias, atiende al profesorado, registros de entrada, registro de salida…

Todo por el mismo precio en mi nómina, no se hasta que punto es mi obligación el ayudar en todo este tipo de gestiones, pero ya me he mentalizado cual es mi jornada de trabajo y así he de cumplirla.

Todos los día me acuerdo de mi hija. La imagino en su clase aprendiendo, jugando en el patio. Estoy tranquilo pues muchos compañeros se que actúan de Watchmen por mí.
Saben que es hija del Maestro Ambulante y por ello les agradezco la atención que tienen sobre ella.

Va a ser un año muy duro para todos, secretaría, tutoría, oposición, colegios nuevos en adelante, mi hija empieza en Infantil…, bueno, menos mal que acabamos de empezar y tengo las baterías cargadas al 100%, habrá que ir dosificando la energía pues el camino en este curso se presenta largo y sinuoso. De momento no hay que agobiarse, es tan solo, el primer día de colegio.


jueves, 4 de junio de 2015

Encontrando el rumbo


Sólo éramos tres personas en la clase para una reunión general de padres y madres. En este caso  voy como padre, lo que quiere decir que veo los toros desde el otro lado de la barrera.
Tarde o temprano mi roll sería sentarme y escuchar como un padre más y no como docente. Y como no pude asistir a las anteriores, ya que me fue incompatible con mi horario, esta fue la ocasión.
Conozco a la educadora de mi hija, es compañera de mi mujer y gracias a ello estoy al corriente de todos y cada uno de los proyectos, acontecimientos y anécdotas que suceden en el aula. Aun así es mi obligación como padre asistir y ser informado, pero el principal motivo era mostrarle mi más sincero agradecimiento por todo lo que ha hecho con mi hija.
Como padre y como miembro del sector educativo al que pertenezco se bien de lo que hablo. Conozco muy bien a mi hija y se hasta que punto su Educadora, Brenda, que así se llama, ha influido en ella. He ido apreciando una evolución en muchos aspectos, cognitivos, sensoriales, motrices, emocionales y sociales. Siempre he pensado que mi hija sería una niña bastante introvertida, pero a lo largo de este curso ha cambiado, se muestra receptiva y abierta a cualquier ambiente y con cualquier niño o niña que encuentre a su paso. También veo muchos valores en ella que han sido inculcados, además de formar su personalidad. Lo que más le agradezco a Brenda, es lo bien que ha sabido inculcarle el fomento a la lectura.
Comentaba  que hasta tres o cuatro veces al día les leía cuentos, nada más maravilloso para un niño. Nosotros desde casa también se lo fomentamos, pero es en este año donde sus juguetes preferidos son los cuentos. Mi hija es feliz si alguien le cuenta un cuento, a todos los sitios siempre quiere llevarse un cuento.
Todo lo contrario ocurre en mi trabajo, en donde un niño llega a 1º de primaria y no sabe lo que es un libro.
La pasión de mi hija por los cuentos es en gran parte a Brenda, porque ella le ha sabido transmitir con dulzura y devoción algo tan humano y tan maravilloso como es contar un cuento.

Sentado en esa mini sillita pequeñita, escuchaba atentamente su discurso, en el cual nos informaba de su metodología, sus actividades, proyectos, rincones de trabajos, ritmos de aprendizaje…, algo que es de obligado cumplimiento en estas reuniones.
Después, con su ordenador nos puso un montaje fotográfico con todas las actividades que habían realizado a lo largo del curso acompañado de una música muy bien elegida. Un delicado y tierno montaje realizado por ella misma en el cual había dedicado tiempo, cariño y dedicación. En ese instante, en es mismo momento, mientras veía a mi hija en distintas imágenes acompañado por la voz de Louis Armstrong fue cuando un gran pesar me inundó.
Brenda me estaba recordando a un joven y entusiasta maestro que empezó hace ya unos años en un colegio de Fuenlabrada. La humanidad que desprende esta muchacha me hizo recordar como era  aquel maestro. Como quería cambiar el mundo con sus alumnos, la pasión y entusiasmo que ponía en todo aquello que hacía, como siendo un idealista creía en lo que hacía.
Me empecé a sentir muy triste, pues este curso he perdido el rumbo en todo aquello que creía y sentía. El superhéroe que siempre he creído ser, se ha perdido.


Todo un año trabajando con Kriptonita, acaba derrumbando hasta el mismísimo Supermán.
Nunca pensé que pudiera llegar un momento en el que perdiese todo aquello que siempre he defendido y creído, y más triste aun, perder la ilusión, en definitiva perder mi rumbo.
Nunca me ha gustado escribir para criticar desde mi blog, este es mi diario y no pienso invertir mi tiempo en hacer crítica, pero lo de este año, este curso y este centro en el que estoy…, ni en la peor pesadilla idea por el Joker.

Cuando termino el video, no pude evitar aplaudir y contagie a las otras dos madres que tenía a mi lado.
Todo un detalle por su parte. Agradecérselo es poco. Cuando terminó la reunión nos preguntó si teníamos alguna duda. Ese fue el momento que decidí para agradecerle delante de todos los que estábamos allí, su labor no solo como docente sino como persona, pues la humanidad que desprende esta chica la veo reflejada en mi hija. Ser una buena persona es el mayor tesoro que puede albergar  nuestros corazones. Ese reconocimiento es lo que necesitamos aquellos que trabajamos en este ámbito para poder seguir adelante con esas ganas e ilusión.
Brenda es una Superhéroe,  ojalá nunca pierda el rumbo, pues hacen falta muchas Educadoras como ella.

Cuando terminó la reunión, una madre le preguntó si seguía en Julio, a lo que contesto que tenía “vacaciones forzosas” yo le pregunté aunque ya lo sabía, si seguiría en septiembre, contesto que no es algo dependa de ella.
Como aquel maestro que empezó en el Víctor Jara, también se vio anegado a terminar un curso, despedirse y nunca más supo, triste vida la de un maestro interino. Gente como Brenda valen diez mil veces más que aquellos que realizan su vida laboral en un despacho viendo las horas pasar y que tienen la poca vergüenza de opinar, escribir y juzgar sobre educación desde sus vistas tan plácidas y tranquilas.
Brenda es como aquel maestro de Fuenlabrada, alguien que trabaja en el barro día a día buscando esculpir en ese barro lo más parecido a una obra de arte.
El que trabaja y no se ensucia las manos poco puede cambiar y menos aun opinar.

Cuando acabe el curso quisiera volver a hablar con ella, aunque se que mi mujer tiene su teléfono, me gustaría que con el tiempo pudiese volver a ver a mi hija, pues ha sido su primera maestra (nada que ver con las de el año pasado) y alguien así no debe ser olvidado nunca, ha de estar presente en la memoria de mi hija con el paso del tiempo.
Antes de que acabe el curso también subiré al despacho y ensalzaré su trabajo delante de sus jefas, que sepan de mi boca, la  boca de alguien que trabaja en este sector, lo  buena que es esa Educadora y el grave error que sería no contar con sus servicios el año que viene.
El próximo curso mi hija comienza el colegio, colegio en el que su padre, “El Maestro Ambulante” paso por allí, espero que mientras pase por este centro algún día llegue a sus oídos algo sobre su padre. Buenos recuerdos tengo del que será su colegio, allí la esperan compañeros míos de los cuales se que harán un gran trabajo en el aula.

Sentado en el rellano de la escuela de mi hija y esperando a que mi hermana bajase de la reunión con la tutora de su hija, volví acordarme de ese maestro del Víctor Jara, que a su vez también pasó por el Lencero y a su vez por el Felipe IV y a su vez…, caí en la cuenta de que si algo me ha enseñado Brenda, es como encontrar el rumbo y entender la vida como una caída…,

y porque nos caemos…, para aprender a levantarnos


Pues eso, a levantarse.


miércoles, 8 de abril de 2015

Tengo una carta

Como en la película “Profesor Lazhar”, película que recomiendo a todo aquel que trabaje por la educación, uno siempre desea tener algún o alguna alumna como “Alice”, esa niña francesa y protagonista de este film. Una alumna con esa sensibilidad que la hace tan especial, una madurez no acorde a su temprana edad, esa humanidad que tan bien se personifica en una niña que expresa pura dulzura y sobre todo,  un cariño y devoción hacia la figura del maestro  tan anhelada por nosotros los docentes.

Hace algún tiempo escribí una entrada en la cual hablaba de este film y como a lo largo de mi etapa como docente encuentras alumnos con características similares a la protagonista de esta película. No deja de ser una película que hasta cierto punto puede entenderse como ficción en algún aspecto, sobre todo en lo referente a la personalidad que el director otorga al personaje de“Alice”.
A lo largo de mi etapa como docente he tenido alumnos y alumnas que en algún momento los he podido identificar con “Alice”. Nunca pensé que pudiese encontrar algún alumno con tanta similitud a este personaje, más aun teniendo en cuenta que es una alumna de 1º de primaria. Una alumna con esa madurez no acorde a una niña de 7 años. Una niña con una sensibilidad con las mismas características  que la “Emperatriz Infantil” el personaje de la Historia Interminable de Michael Ende. Una alumna que destaca por encima del resto por su creatividad y nivel académico hasta el punto que he planteado a la orientadora del centro que le pase alguna prueba por si se tratase de una alumna con perfil de altas capacidades. Una alumna que dice a sus padres que su profe es su amigo, que no se plantea ir al colegio el año que viene si su profe no está para poder enseñarla,  poder hablar con él en los recreos, darle un abrazo todos los días y lo que más le gusta, para escribirse con él.
Hace tiempo esta alumna empezó por propia iniciativa suya a escribirme. Como alumna excelente que es, siempre termina la tarea programada,  la tarea de ampliación  y le sobra para dedicar un tiempo libre a lo que ella desee. Puede jugar con la plastilina, leer, utilizar el ordenador de la clase, hacer un dibujo…
Ella dedica su tiempo libre a un juego muy particular en el que tengo el placer de ser su cómplice:

Escribe una carta en la cual se imagina que está en alguna ciudad, me describe donde está y me cuenta lo que está haciendo allí. Todo ello con una sintaxis expresión y comunicación no acorde a una niña de su edad. En el momento que me descuido tengo alguna carta escrita por ella encima de mi mesa sin que yo me de cuenta. Hasta incluso fabrica un sobre para guardarlas.
El siguiente paso me toca a mí, en cuanto tengo un hueco, algo que empieza a estar en peligro de extinción este año y en este centro, le respondo con otra carta en la cual le escribo desde alguna ciudad del planeta contándole algo característico de ese sitio y le narro en presente lo que me hubiese gustado hacer si tuviese la suerte de poder estar allí.
Sin que ella se de cuenta le dejo la carta escondida entre las hojas de alguno de sus cuadernos, o en algún libro, o escondida en su mochila. En cuanto la lee y ha terminado sus tareas, me pide utilizar el ordenador de la clase. Sin que ella se de cuenta observo y veo como se ríe buscando  imágenes  e información en internet de la ciudad desde la que le escribo, cotejando todo aquello que le cuento.

Ella me ha escrito desde Tarragona, Nueva York, Barcelona, Novodari, Pitesti y Paris. Yo le he escrito desde Florencia, El Cairo, Gijón, San Sebastián, Amberes y Tokio.

No se cual será la siguiente ciudad desde la que me escriba pero estoy seguro que como siempre será capaz de volver a sorprenderme.



miércoles, 25 de febrero de 2015

El Sendero de la Mano Vacía

Cuando era pequeño, a la mayoría de los niños de mi edad se les apuntaba a fútbol, pero mis padres decidieron apuntarme a kárate, pues como niño nervioso que era, pensaron que sería buena idea canalizar ese exceso de energía. Al poco aparecieron las películas de Kárate Kid y un aluvión de niños queriendo ser como el  protagonista de estas películas, incrementó notablemente las plazas en los gimnasios.
Mi definición particular de kárate-do sería,  esa actividad la cual te permite canalizar tu energía en forma danza llamada “kata” una forma de relajar tus músculos e intentar alcanzar estados de concentración mental y corporal.
La definición oficial:

Kara: estado de la mente        te: mano            do: camino o sendero

Para una gran mayoría, deporte para aprender a dar “ostias”.

Nunca fue una actividad que me entusiasmase pero si me gustaba y la recomendaría para cualquier niño.
Lo que odiaba de este deporte era cuando tocaba competir. No todos los que hacíamos kárate en mi gimnasio podían ir de competición, los profesores solían elegir a los más capacitados, o a los que mejor lo hacían, o a los hijos de algún que otro enchufado.
Yo estaba en el grupo de los que se le daba bien competir con “katas”. Pero sentía verdadera fobia y terror  cada vez que tenía que ir a una competición. Ese miedo escénico combinado con esos complejos deportivos que para la percepción de un niño de 6 años eran castillos laberínticos de los que a veces no sabías salir. Recuerdo que lo primero que hacía cuando pisaba el tatami era localizar a mi padre en las gradas. Una vez que le localizaba el miedo se iba apaciguando.
Hoy en día un niño está más que acostumbrado a practicar deportes en estos recintos y son más grandes que hace 30 años, pero en los 80 entrar en un  polideportivo como  Magariños era ir a lo desconocido y lo que no conoces a veces asusta. Entrar sólo por esos laberintos de vestuarios, cambiarte y luego salir a los tatamis buscando alguien de tu gimnasio y a saber donde estaban con tanto niño vestido igual.

Mis compañeros de gimnasio siempre llegaban juntos e iban en los coches de sus padres. A mi padre y a mí nos tocaba  coger el tren o el autobús hacer los tres o cuatro trasbordos de rigor y llegar justos.
Aun así lo recuerdo con cariño. Daniel Larusso tenía al Señor Miyagi en “Karate Kid”, yo tenía a mi padre que aunque no sabía de kárate me daba la confianza que yo necesitaba.
Me llevó a todas y cada una de las competiciones que tuve. Recuerdo una de las primeras en el polideportivo de Aluche. Creo que fui de últimos de mi gimnasio en aguantar pues al resto los fueron descalificando ronda tras ronda. Llegué a la final y perdí la copa por muy poquito con un niño mucho más mayor que yo y con un cinturón más alto que el mío, mis profesores me comentaron que me faltó gritar más en el Kiai durante el desarrollo de la Kata.
Que ilusión le hace a un niño ganar su primera medalla. A partir de ese momento siempre que había competición me nominaban para ir, la mayoría de las veces en contra de mi voluntad,  porque eso significaba volver a esos castillos infernales llamados polideportivos atestados de gente y ruido cogiendo el transporte público y dando la vuelta al mundo de Willie Fog. Pero casi siempre ganaba alguna medalla y eso lo compensaba todo.

Cuando tuve edad para participar en el campeonato de Madrid me seleccionaron para entrar en el equipo que competiría con los mejores gimnasios de la capital. El grupo lo formábamos el hijo de un  profesor del gimnasio, otro niño que era el hijo de un empleado del banco Santander de Parla y yo. Para esta competición nos entrenó el mismísimo Paco Mayoral, el dueño de mi gimnasio y quizás uno de los karatecas más respetado en los años 80 e impulsor del karate-do en España. Creo que era ambición personal suya el llevarse el primer puesto por equipos.
La competición fue en Móstoles un domingo a primeros de marzo y en los 80 ir de Parla a Móstoles era ir en autobús hasta Madrid para luego coger un tren, para luego hacer transbordo en otro tren para luego recorre Móstoles buscando el polideportivo municipal. Total casi dos horas si no sería más.
Quedamos en primer puesto y no solo en categoría masculina sino también en la femenina. Recuerdo que el trofeo nos lo entregó el alcalde de la ciudad por aquel entonces.  Yo como siempre pendiente de ver a mi padre en las gradas mostrándole orgulloso mi medalla.
Acabada la euforia, el júbilo y el desenfreno de la celebración tocaba volver.
A mi padre nunca se le olvidará y a mi tampoco,  lo solos que nos vimos aquella noche. Nos tocó volvernos en transporte, nadie del gimnasio, nadie, se ofreció a llevarnos a casa, esa fue nuestra recompensa, queda campeón de Madrid y vuélvete como has venido. Teniendo en cuenta que todos veníamos de Parla y sabiendo las dificultades  que  teníamos al no disponer de coche a nadie se le ocurrió decir
– ¿oye os venis con nosotros?
Ni siquiera unos vecinos de nuestro mismo portal que tenían dos acémilas por hijos que venían a mi gimnasio. Que te podías esperar de esta vecina, la misma que montó en cólera contra el gimnasio cuando en un examen me ascendieron dos cinturones por encima de mi nivel.  No le pareció justo pues como bien le dijo a la mujer del dueño, ella pagaba igual que todos y sus hijos lo merecían más que nadie.
Que mala es la envidia…
Recuerdo que llegamos a las once y media de la noche, al día siguiente…, al cole.

Esa fue la última competición en la que participé, por suerte para mí. En la siguiente competición dije que no iba, pues si era complicado ir en transporte de Parla a Móstoles, ir a Coslada era para pensárselo. Yo encantado de no ir claro, pero el gimnasio se extraño y cuando les expliqué los motivos  rápido buscaron a alguien que nos pudiese llevar y traer, el padre de una compañera del gimnasio creo recordar. Pero el NO de mi padre siguió siendo rotundo.  
Poco a poco fui perdiendo el interés por este deporte. Hasta que tuve poder de decisión y pedí a mis padres que me borrasen de Kárate.
Al gimnasio le sorprendió mucho e intentaron que me quedase por todos los medios,  pero como en cualquier deporte, si no cuidas a tus deportistas te los roban, o los pierdes como en este caso. 
Ahora me arrepiento bastante, era cinturón marrón con 12 años, federado y me quedé muy cerca del examen a cinturón negro.


Siempre que veo las películas de Kárate Kid me recuerdan mucho a mi infancia, el kárate, las competiciones, los gimnasios y su idiosincrasia. Aun así es un deporte que puede aportar mucho al desarrollo físico y mental de un niño. Pues el verdadero sentido del kárate-do no es enseñar a pegar, yo me quedo con la filosofía del señor Miyagi, dejar que el Karate-do fluya dentro de ti.