jueves, 30 de octubre de 2014

Un poco de Magia

Como me gusta la magia, me gusta desde que era pequeño y me quedaba embobado delante de la tele viendo los trucos de Tamariz, Blake, René Lavand…
De pequeño me quedé con ganas de pedirle a los reyes magos un juego de Magia borras. A lo mejor se lo pido este año.

Siempre he dicho que los maestros somos un poco magos, hacemos magia casi todos los días, sólo que muy pocos afortunados son capaces de vislumbrar nuestra magia.

Fuera sarcasmos, la magia debería de ser una optativa a estudiar en las escuelas de magisterio, pues la puedes relacionar con muchos contenidos del currículo. En más de una ocasión me he preguntado, ¿por qué no propondrán algún curso de magia aplicada a la enseñanza en la formación permanente del profesorado?, en vez de tanto curso inútil y absurdo que casi siempre tienen como función darte las horas necesarias en créditos para los sexenios.
La magia supone un gran estímulo para la mente y el espíritu. En el caso de los niños, ayuda a conservar y desarrollar el llamado "pensamiento mágico", la capacidad de pensar como posibles cosas de las que luego, cuando crezcan y se vuelvan racionales, incrédulos, escépticos, descreerán. Y eso es muy positivo. Ya tendrán tiempo de darse de bruces con la razón: mientras puedan vivir en ese estado de pureza, lo deben disfrutar.
Una prueba de ese pensamiento mágico de los niños se obtiene al apreciar su reacción ante un determinado truco y compararla con la de un adulto. El ilusionista toma una moneda con una mano, sopla sobre ella y la moneda "desaparece". Si un adulto toma esa moneda después, lo primero que hace es examinarla en detalle para intentar descubrir la manera en que el otro la escondió. En cambio, si la toma un niño, lo que hace es repetir el gesto: la toma en su mano y sopla, y se frustra un poco al descubrir que el milagro no ha ocurrido.
Tengo algunos truquitos aprendidos que cuando surge el momento adecuado me gusta presentar a mis alumnos. Por ejemplo el otro día estábamos aprendiendo como manejar los euros en clase de mates, tenemos monedas de plástico y billetes de juguete, una cosa llevo a la otra y al final un truco de magia con unas monedas. Mis alumnos flipando y pidiendo: -profe otra vez, profe otra vez…, hay que tener cuidado porque si lo repites muchas veces los niños, que son más listos que un zorro, te cazan el truco y se perdió el encanto.

La Magia como instrumento pedagógico posee un gran valor intelectual. Enseñando Magia a los niños desarrollamos su sentido de la observación y valoración. Disciplinamos su mente y cuerpo, potenciamos la creatividad e imaginación y resulta una herramienta excelente para vencer la timidez.
Es escuela de sangre fría y dominio de sí mismo, acrecienta el sentido del humor y potencia el conocimiento de la naturaleza humana. Favorece el estudio de idiomas y desarrolla la habilidad psicomotriz fina y gruesa.
Además, a través de la Magia, se desarrollan muchas competencias y habilidades físicas y cognitivas entre las que caben destacar: Psicomotricidad fina y gruesa (para manipular y realizar las sutiles y precisas técnicas que esconden nuestros secretos mágicos y moverse acorde a lo que estamos haciendo). La memoria (para retener los pasos a seguir, realizar los juegos o memorizar la presentación, la charla). El pensamiento lógico-matemático (muchos principios que rigen nuestra magia son operaciones y principios matemáticos ). El pensamiento emocional (el mago debe transmitir diferentes emociones a través de su magia y debe conseguir que los espectadores sientan esas emociones). Creatividad, imaginación, dramatismo y teatralidad (el mago inventa la historia que rodea al desarrollo del juego, es el narrador de historias fascinantes). Relaciones interpersonales: al comunicarnos con los espectadores de forma activa. Autoestima y seguridad en sí mismo, ayudando a superar la timidez. Capacidad de concentración. Desarrollo de la coordinación. Desarrollo del concepto de generosidad y altruismo. Desarrollo de la expresión oral y más concretamente de la oratoria en público. Desarrollo del autoconcepto.
En definitiva, la Magia es una formidable herramienta en manos de un docente.


Por eso el Maestro Ambulante de vez en cuando le gusta poner en práctica algún que otro truco a sus alumnos. Y no soy el único docente que se pirra por la magia, para aquellos lectores que aprecian la buena lectura tan solo tienen que pinchar aquí y verán a que me refiero.

Ojala algún día, alguien de las altas esferas del mundo de la educación comprenda que además hacer programaciones, PGA, Proyectos Educativos, Memorias, indicadores de evaluación, estadísticas, actas…, detrás y más importante que todo eso…, esta la sonrisa de niño.

“Todo gran truco de magia consiste en tres actos. El primero recibe el nombre de La Presentación: el mago muestra algo ordinario, pero, como es de esperar, probablemente no lo sea, es aquí donde el mago se la juega con su expresión corporal y oral llevando al espectador al estadio que el mago quiere. El segundo acto se llama El Giro. El mago hace que ese algo ordinario realice algo extraordinario. Ahora bien, aunque busques el secreto, no lo vas a encontrar. Es por esto que hay un tercer acto, llamado El Prestigio. Esta es la parte de los giros y los cambios inesperados, en la que la vida pende de un hilo, y ves algo sorprendente que jamás has visto antes”.

Michael Caine, “El Truco final, El Prestigio” Christopher Nolan 2006